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¿Dios es nuestro juez tras la muerte? Sí, pero lleno de misericordia

El papa Francisco presidió la misa con motivo del sufragio de los cardenales y de los obispos difuntos durante el año que ha tenido lugar en el altar de la catedral de la Basílica Vaticana este viernes 4 de noviembre de 2016 en la mañana, primer viernes del mes, como es tradición.

“El pensamiento de la vida más allá de la muerte es el pensamiento del encuentro definitivo con el Señor”, dijo el papa Francisco, quien explicó que el mes de noviembre la piedad cristiana lo dedica al recuerdo de los fieles difuntos.

Misericordioso y piadoso es el Señor” (Sal 102, 8) fue la lectura del Evangelio pronunciada antes de la homilía del Obispo de Roma.

Un juez lleno de “misericordia y de piedad” –indicó- es el Señor que vigilará en nuestra vida terrena mientras llega el momento de la muerte inevitable para todos.

El Papa recordó el testimonio cristiano y sacerdotal de los obispos que murieron durante los últimos 12 meses sirviendo la Iglesia católica y amando al Señor. “Nuestros hermanos llegaron a la meta”, dijo.

Francisco señaló que los sacerdote seguidores de Dios con amor hacia los demás han tenido “la fe en el amor de Cristo, del cual nadie nos puede separar: ni padecimiento, ni angustia, ni persecución, ni peligro, ni muerte, ni vida… Ellos han tenido claro el libro de la Sapiencia: ‘Los fieles en el amor quedarán en él’”.

El Pontífice indicó que “en nombre del Dios de la misericordia y del perdón, sus manos han bendecido y absuelto, sus palabras han consolado y enjugado lágrimas, su presencia ha testimoniado con elocuencia que la bondad de Dios es inagotable y que su misericordia es infinita”.

El Papa tuvo palabras de esperanza sobre los obispos que murieron y entregaron sus vidas para dar vida. “A la luz del misterio pascual de Cristo, su muerte es en realidad, el ingreso en la plenitud de la vida”, sostuvo.

“En esta luz de fe, nos sentimos aún más cerca de nuestros hermanos difuntos: la muerte nos ha separado aparentemente, pero el poder de Cristo y de su Espíritu nos une de manera aún más profunda. Seguiremos sintiéndolos junto a nosotros en la comunión de los santos”.

“Alimentados por el Pan de la vida, también nosotros, junto a cuantos nos han precedido, esperamos con firme esperanza el día del encuentro cara a cara con el rostro luminoso y misericordioso del Padre”.

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