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Otra masacre en la Gran Sabana: consternación nacional por el crimen de Ikabaru, tierra de la étnia pemona

Nicolás Maduro celebraba ayer su cumpleaños y lo hacía en cadena nacional de radio y televisión. Ni una palabra acerca de la que ya se conoce como la Masacre de Ikabarú. Testimonios de indígenas pemones atribuyen la matanza a funcionarios del SEBIN y DGCIM -cuerpos de policía política y de investigación- quienes habrían actuado en contra de la banda del Sindicato para tomar el control de esta importante zona minera.

Ikabarú es conocida por su riqueza aurífera y por ser el territorio donde se encuentra el Salto Ángel, la caída de agua más alta del planeta, una preciosa e imponente cascada de casi 1000 metros de altura y más de 800 de caída ininterrumpida, cuya existencia dio a conocer el aviador estadounidense Jimmie Angel en 1937. En su honor se bautizó con su apellido a este espectáculo fabuloso de la naturaleza que convirtió a la zona en altamente turística.

Pero hoy es escenario de crímenes, expoliación y una inseguridad que se ha apoderado del territorio y de la vida de sus habitantes originarios, los indígenas pemones.

Los hechos

Este viernes 22, aproximadamente a las 7:00 pm, un grupo armado irrumpió en la mina disparando sin cesar. Hace 18 horas, se reportaban cinco muertos. Luego, la cifra ascendió a ocho.

Hacia finales de enero de este año, el régimen cometió una masacre contra el pueblo Pemón. Ataques armados sufrieron las comunidades Kumarakapay y Santa Elena de Uairén, cuando se esperaba el ingreso de la ayuda humanitaria a Venezuela, ataques que siguen en la impunidad.

Siguieron otras localidades como Tumeremo, El Callao y La Paragua y ahora el conflicto armado ha llegado hasta una rica mina llamada Caraota, ubicada en territorio pemón, en La Gran Sabana.

Esta vez, los mineros fueron acribillados por una banda que busca tomar el control total de las minas de la región. Los criminales que cometieron los asesinatos se conocen –según la abogada penalista Tamara Suju-  como el patronato de la banda “El sindicato del Ciego”, cual es el apodo del jefe de esa mafia. La violencia es causada por bandas que se disputan el control minero de la región que el mencionado sindicato maneja a la fuerza.

Un grupo de hombres vestidos de negro

Según versiones, los pistoleros irrumpieron en la comunidad y comenzaron a disparar en todas direcciones. “Era un comando de hombres vestidos de negro”, contaron testigos.

Se ha determinado que entre las víctimas se encuentra una menorcita de apenas ocho anos de edad, un pemón y un sargento de la Guardia Nacional. El abogado de la ONG Provea (Programa Venezolano de Eduacción en Derechos Humanos), Marino Alvarado, dijo a la agencia AFP que aún no se sabe si fueron funcionarios o guerrilleros del ELN. Esta ONG dio a conocer un informe preliminar sobre los hechos acontecidos y aseguró que se alertó del ataque días antes pero que los militares no habían tomado previsión alguna para proteger a la comunidad

Por su parte, una parlamentaria del Partido Voluntad Popular hizo saber que, concretamente, el delincuente conocido como ‘El Ciego”, sería el responsable de esta nueva masacre en el Sur del Estado Bolívar.

El presidente interino Juan Guaidó dijo, tajante:  “Si hay que repeler al ELN a plomo (tiros), pues que sea a plomo”, aseguró haciendo referencia a esta última masacre. Mientras que el alcalde metropolitano en el exilio, Antonio Ledezma, precisó lo que , a su juicio, está detrás de estas matanzas: “Es el afán de la narcotiranía por asegurar control total del sector minero”.

Testimonios directos desde Ikabarú

Desde Aleteia comenzamos  – apenas fuimos informado aquella fatídica noche- a indagar y solicitar versiones de primera mano. Nos llegó el revelador informe a través de wasp escrito por Lisa Henrito, la líder indígena de la zona y dos audios desgarradores que muestran la angustia y el terror que vivieron los habitantes del pueblo, especialmente los miembros de la étnia pemona.

El país está espantado por esta nueva masacre. Y Dios quiera que nunca nos acostumbremos a semejante cotidianidad. Estamos viviendo en una tupida jungla que ya sale de la selva e invade  nuestras ciudades, en forma de grupos criminales armados que actúan impunemente, sin que el Estado y menos el gobierno coloquen su control en la agenda de prioridades. Es luz roja a la vida y cheque en blanco al crimen.-

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