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Tu fe puede ayudarte a combatir la depresión o el estrés

Hace unos días conmemoramos el día mundial para la prevención del suicidio, y en ese contexto se dieron a conocer en Chile los nuevos datos de la Encuesta Nacional de Salud (ENS) y la primera guía práctica para la prevención destinada a estudiantes universitarios.

Según la ENS, dos de cada 10 personas en Chile tienen problemas de salud mental y 1.800 se suicidan anualmente, lo que equivale a cinco muertes al día, de las cuales el 20,6%  son jóvenes de entre 20 y 29 años. Además, por cada mujer que se quita la vida en ese rango de edad, cinco hombres lo hacen.

Estas cifras tan alarmantes muestran el deterioro de la salud mental en el país del Cono Sur donde además, en 2018, se presentaron cerca de un millón de licencias médicas (permisos justificados en el trabajo) por problemas de estrés o depresión. Una de las causas del incremento en este tipo de enfermedades es el tipo de sociedad en qué vivimos centrada en el crecimiento económico. Una sociedad en la que valen más los éxitos personales más que la construcción de vínculos y relaciones profundas de los unos con otros.

En la salud mental y también en las enfermedades que afectan al cuerpo, se debe tener en cuenta “la importancia de saber la unicidad de la persona, es decir, que todos somos seres únicos, con espíritu único. Y que cada uno de nosotros tenemos una historia, la que hay que sanar, porque si lo hacemos sanamos los traumas del pasado”, explica el sacerdote Camiliano, Pietro Magliozzi, médico cirujano y capellán del Hospital Parroquial, de San Bernardo.

La actual vida que se lleva o la sociedad que hemos construido también ha tenido efectos en la deshumanización en la salud.Nos falta volver a humanizar la salud. Por ejemplo, ¿cómo puedo diagnosticar a un niño que fue abusado si no conozco su pasado? Hay que tener presente el concepto de la integralidad (la capacidad de resolver la mayoría de los problemas de salud de la población ), toda vez que una persona tiene ocho niveles de funcionalidad, por lo que trabajar con ellos es formar una curva integral de atención”, expuso el también médico cirujano y catedrático de la Escuela de Medicina de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

La neurociencia ha demostrado, con base imagineológica, que aquellas personas sometidas a estímulos dolorosos o situaciones de alto estrés toleran distinto, en sentido positivo, los estímulos negativos, cuando son acompañados por evocaciones concernientes a sus creencias religiosas, por ejemplo: oraciones, determinadas imágenes o himnos sacros.

Ya no se discute que el cuerpo puede enfermar al espíritu y, asimismo, las tribulaciones del alma pueden esmaltar al cuerpo, somatizándolo. Ante esta realidad, la fe es, sin duda, una fuente de esperanza, remanso de resignación, quietud, paciencia y descanso espiritual.

Aún así, como podrá entender leyendo el artículo que le adjuntamos, la fe puede ayudar a superar una depresión, pero normalmente por sí sola no la cura.

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