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Oración del fariseo postmoderno

Por Arturo Zárate Ruiz

“¡Oh, Madre Tierra! ¡Oh, Pachamama!, o quien seas. Acudo a ti, aunque ni en los más remotos sueños te reconozca pues soy muy ilustrado y, por ello, agnóstico. Tal vez ya soy ateo, pero te invoco porque la moda de quienes somos de avanzada es hacer lo que hacen esos pueblos inocentes y no corrompidos todavía por la alfabetización y otras formas de colonización; pueblos que, aunque aún comen carne, ¡y de especies en peligro de extinción!; pueblos que aunque usan burgueses teléfonos celulares y otros objetos decadentes de la cultura occidental como los antibióticos si se enferman; pueblos que aunque su maquillaje y las plumas de sus atavíos sean de plástico no biodegradable; ¡horror!, pueblos que aunque todavía se casen varón y mujer y no se permitan esa fluidez sexual que tú ordenas se practique aun con los erizos de mar y los puercoespines, se han salvado de la infame superchería cristiana y todavía creen en ti. ¡Alabada seas!”

“Te doy gracias porque yo soy más informado, inteligente y considerado que los demás, y estoy muy lejos de ese tonto, ignorante e intolerante, que no entra en tu templo porque pierde el tiempo rezando el Rosario. Habríamos de desollarlo vivo y quemarlo en leña verde, como eliminaron sus antepasados en tiempos de la Inquisición a millones de millones de millones y millones de personas que sí se atrevían a leer un libro. No como él, yo soy políticamente correcto, y apoyo los derechos de las mujeres, el primero de todos, el aborto, aunque se aborten sobre todo niñas, que aclaro, no son niñas pues, que las niñas sean niñas y las mujeres, mujeres, es falaz, porque lo que hay es transgéneros, transespecies, y cientos de opciones más para lo que quiera cada uno ser, aun Napoleonax. Gracias, y alabada seas, porque soy de amplios criterios, no como esos curas pederastas que, por curas, no disfrutan después de todo su pederastia como lo hago yo. De lo que se pierden”.

“Te agradezco que yo no tire la más mínima basura. Nada de ensuciar, ¡Madre Tierra! Mira que yo no tengo hijos. Así no tengo que deshacerme de sus pañales que tardarán 28 mil millones de años en degradarse en el basurero, y provocan ahora el cambio climático. No quiere decir eso que no ame. Tengo 90 gatijos y perrijos, y cuando los saco a pasear por el parque cargo con una escobita para recoger sus heces. Eso sí, no tengo vacas porque sus flatulencias aumentan el bióxido de carbono y ellas producen leche leche, no leche de almendras como corresponde a uno de avanzada consumir. Repito, yo no ensucio nada, ni tus impolutos lagos, salvo con los restos de anticonceptivos que al orinar contaminan los ríos y convierten en infértiles o asexuados a los animalitos que viven allí. Pero eso es un costo que tú muy bien aceptas pues con los anticonceptivos estamos acabando con la especie humana, ese cáncer invasivo que destruye tu belleza. Algún día los humanos desapareceremos de tu faz y recobrarás tu esplendor. Espero, ¡ahem!, que eso ocurra una vez que yo me muera. ¡Alabada seas!”.

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