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Qué me pongo y qué no para ir a clase

La directora de una escuela del sur de Buenos Aires fue agredida tras negar la entrada al centro escolar a una alumna adolescente al presentarse maquillada y con una vestimenta considerada inapropiada. Los padres de la niña, en lugar de cuestionarse si la imagen de su hija era la adecuada para asistir a clase, participaron en este enfrentamiento.

No es la primera vez que una controversia sobre los códigos de vestimenta en el ambiente escolar se convierte en noticia. Este triste suceso que nos anima a reflexionar sobre la importancia que otorgan a la imagen los adolescentes de hoy y la imperiosa necesidad de ofrecerces una educación estética en esta materia. Lo cierto es que los expertos afirman que el respeto de los códigos de vestimenta establecidos por el Consejo Escolar son beneficiosos para todos, y especialmente para los estudiantes.

Muchos códigos de vestimenta exigen que la ropa sea modesta para minimizar la distracción y mejorar la propia seguridad de los estudiantes. Esto significa que se cubran zonas del cuerpo como el abdomen o las piernas en caso de usar pantalones cortos o faldas.

También se suele enfatizar que la ropa interior no sea visible, así como tampoco llevar escotes pronunciados. El maquillaje es un elemento que si se utiliza en ese ambiente se sugiere que sea con moderación, colores naturales y nada exagerado.

Las escuelas tampoco permiten palabras o gráficos vulgares u obscenos en la vestimenta, tales como expresiones o acciones sexualmente sugestivas, consumo de drogas, alcohol o tabaco. Esto puede reducir ciertos comportamientos como la violencia o la promiscuidad.

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By Syda Productions| Shutterstock

Si bien no hay una definición de calzado apropiado, los zapatos que normalmente están prohibidos incluyen los que presentan un riesgo como chanclas, zapatos de plataforma o con ruedas con los que difícilmente se puede responder adecuadamente en emergencias.

Los códigos de vestimenta han demostrado también aumentar el rendimiento de los estudiantes al alentarlos a concentrarse más en sus estudios y menos en su vestuario, lo que  promueve un ambiente escolar más serio que enfatiza lo académico como prioridad.

Muchos estudiantes pueden tienen libertad para vestirse pero se les pide que a la hora de elegir pongan en práctica el  sentido común y apuesten por concentrarse en su rendimiento escolar y por su seguridad para minimizar distracciones o actos de violencia y mejorar sus relaciones con sus compañeros y profesores.

Muchas escuelas optan por el uniforme escolar precisamente para intentar evitar situaciones incómodas. Además, con esta medida, se puede ahorrar mucho dinero, ya que habrá menos presión para mantenerse al día con las tendencias y modas costosas e incluso se pueden llegar a reducir los conflictos sociales y la presión de los compañeros que pueden estar asociados con la apariencia física.

El adolescente necesita expresarse, pero marcar límites puede ayudarle a no caer en extremos y a enseñarle la importancia de una apariencia que promueve el respeto; una lección que impacta positivamente no solo su autoestima, sino también su relación con los demás.

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