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3 formas de probar el minimalismo

Vivir mejor, con menos: este podría ser el lema del minimalismo. Aplicándose a numerosos ámbitos, el minimalismo se lanza a la conquista de una vida orientada por el sentido común y la búsqueda de la felicidad. Empieza a descubrir los beneficios del minimalismo en tu día a día a través de esta iniciación introspectiva.

El minimalismo es un concepto que consiste en determinar qué es necesario en nuestras vidas y, por consiguiente, en querer deshacerse de lo superficial (objetos, tareas, ataduras, hábitos). No existe una definición exacta del minimalismo, del mismo modo que no hay una lista de cosas exactas que hacer o desechar para hacerse minimalista. El minimalismo es ante todo un estado mental, un camino personal hacia las aspiraciones de cada uno, lo más lejos posible de las ataduras que nos hacen perder nuestra energía, nuestro tiempo y nuestra alegría.

El minimalismo os ayudará a mejorar vuestra vida diaria concentrándoos en lo esencial, tomando conciencia del exceso que os rodea, reflexionando sobre qué es lo que os hace realmente felices y librándoos de lo que os estorba física y moralmente.

Todos vivimos en lo que puede llamarse racionalmente una sociedad de consumo. A nuestro alrededor hay muchas cosas que nos incitan a consumir y que llegan incluso a crear en nosotros nuevas necesidades y nos acostumbran a comprar casi mecánicamente una serie de productos superfluos.

En este contexto, lo primero que hay que hacer es interrogarnos sobre nuestra relación con estos mensajes o productos y preguntarnos qué nos aportan. ¿Tengo ganas realmente de comer este pastel que acabo de ver en la publicidad? ¿Lo necesito? ¿Qué me va a aportar? Si las respuestas a estas preguntas os empujan a dudar del fundamento de una compra, estáis en buen camino para resistir mejor a la publicidad y al consumo excesivo.

Es necesario preguntarnos si nuestra perspectiva sobre el consumo no está profundamente influida por la sociedad, más allá de nuestras necesidades y nuestro placer. Perder el control de las compras es más que un mero perjuicio económico, es algo que impacta también sobre nuestro empleo del tiempo, nuestra imagen y, de manera más general, sobre nuestra vida.

Estas compras, además de no aportar gran cosa, pueden incluso haceros perder de vista otros elementos más esenciales. Si encontráis más felicidad en pasar buenos momentos en familia o entre amigos, o practicando un deporte, ¿por qué utilizar esos minutos u horas preciosos en comprar artilugios en tiendas o por Internet?

Cuidado, el minimalismo no implica un rechazo total de ciertos bienes o modos de consumo. Una persona minimalista tiene derecho a darse caprichos, a adquirir productos que no tengan una especial utilidad. Todo ello cuestionándose siempre y limitando un consumo desmesurado. A cada uno le corresponde encontrar el equilibrio de su propio consumo y su mejor forma de concentrarse en lo principal.

Interior minimalista: poner orden en la vivienda y en la vida

Si conseguís frenar vuestras compras compulsivas, también podéis echar un ojo a todo lo que habéis acumulado con el paso de los años en vuestra casa. Aunque encontréis diariamente los mismos muebles y objetos en casa, muchos de ellos se habrán convertido en casi invisibles. El tiempo obstruye a veces nuestra visión rutinaria, hasta tal punto que ciertas cosas permanecen en un sitio más allá de toda lógica. Un interior desordenado inspira un espíritu desordenado: haced la limpieza en vuestra casa para liberar vuestra cabeza de preocupaciones fútiles.

Ha llegado el momento de hacer balance: esos bienes acumulados en vuestra casa, ¿os hacen felices u os sirven para alguna cosa? Recorred vuestra casa, haced un inventario de lo que hay en cada habitación y preguntaos sobre cada objeto. Rápidamente os sorprenderéis por la cantidad de baratijas, recuerdos, aparatos o ropa que hace años que no han servido para nada. Al guardar menos cosas, ahorraréis energía, porque el mantenimiento os costará menos tiempo.


Simplificar el armario – I’m Priscilla

Pongamos el ejemplo del ropero para hacer una primera batida. Entre toda la ropa que conserváis en casa, ¿cuál no habéis utilizado en más de un año? Haced dos montones: uno para la ropa que soléis usar y otro para la ropa que se queda siempre en el armario.

Ahora centrémonos más en esta segunda pila y estudiemos cada prenda caso por caso: ¿por qué adquirsteis esta prenda? ¿Por qué no la utilizáis? ¿Podríais recuperarla? Si llegáis a la conclusión de que ya no hay lugar para ella en el armario, es momento de descartarla. Siguiendo el mismo principio, ocupaos de la cocina, del cuarto de baño y del salón, tanto para lo guardado en los cajones como para lo que se muestra en las paredes.

¿Qué hacer con lo que nos resulta innecesario? Una vez puesto orden en casa, no cedáis a la tentación de tirarlo todo a la basura, sed más responsables y más ecológicos. Esos objetos que ya no os sirven podrían servir a otra persona. La reutilización por otros permitiría no contribuir a la sobreproducción y a la contaminación que la acompaña. Si es posible revender vuestros objetos (los que estén en buen estado), pensad también en donarlos a asociaciones, particulares o incluso a seres queridos.

Al final, ese interior despejado de cosas inútiles os permitirá concentraros visualmente, manualmente y mentalmente en lo esencial.

¿Sabéis que el minimalismo también puede ser beneficioso para vuestra salud? La alimentación es un factor importante para nuestro bienestar y conviene cuidarla para conservar la salud. Darle a la alimentación un carácter minimalista es, sobre todo, simplificarla. La idea no es privarse, sino volver a los orígenes, a los productos sanos y naturales, cocinados y saboreados por uno mismo.

Judith Crillen, autora de Minimalisme: La quête du bonheur et de la liberté par la simplicité (Minimalismo: la búsqueda de la felicidad y de la libertad a través de la simplicidad), explica en su obra cómo practicar el minimalismo “en el plato” mediante seis consejos. “Comer menos pero mejor” permite reequilibrar nuestros hábitos alimentarios comenzando por comer lo que necesitamos y lo que nos sienta bien en vez de servirse sin medida.

Eliminar los alimentos procesados significa evitar esos excesos de sal, de azúcar, de grasa y de aditivos para privilegiar los alimentos no naturales, básicos y biológicos. “Cocinar de forma sencilla”, puesto que una buena alimentación no necesita ni muchos ingredientes ni mucho material ni, en absoluto, demasiado tiempo en la cocina.

“Planificar la comidas de la semana”: es el consejo que da Judith Crillen para organizar de la mejor manera las comidas (y, por lo tanto, las compras), no caer en la frustración de no saber qué comer en el día a día y evitar el derroche. Con sabiduría, también preconiza “tomarse tiempo”, tanto para saborear la comida como para favorecer la saciedad. Finalmente, “prestar atención a nuestro cuerpo” para comprender mejor sus necesidades y su digestión con el objetivo de eliminar cualquier molestia ligada a los excesos o a alimentos que no nos convienen.

Inspiraos en el minimalismo para poner orden en vuestra vida y dedicar más tiempo para lo que más os importa.

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