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¿Signos zodiacales en una iglesia?

Si alguna vez has entrado en una vieja catedral o basílica europea, quizá has visto que en algunas de ellas hay representaciones de los signos del zodíaco. ¿Pero no se supone que el zodíaco es pura superstición? ¿Cómo llegaron estos signos a las paredes de una iglesia? ¿Son simplemente parte de la decoración, una extraña extravagancia renacentista-barroca, una referencia pagana a los tiempos pre-cristianos, o están allí por otra razón quizá no tan bien conocida?

De hecho, las llamadas casas del zodíaco eran parte de la ciencia astronómica de la época (y en cierto sentido, aún hoy lo son), pero no por razones astrológicas: es decir, la inclusión de estos signos zodiacales en las catedrales, iglesias y basílicas no tenía absolutamente nada que ver ni con horóscopos ni con ninguna otra práctica adivinatoria sino, en cambio, con simples razones astronómicas, de medición de los cuerpos celestes a partir de las constelaciones que se podían ver en el cielo en determinadas épocas del año (la constelación de piscis, de capricornio, y así).

En ese sentido, estas constelaciones ayudaron a construir un instrumento sumamente preciso, hecho para medir solsticios. Uno de los más exactos de la época fue construido en la basílica de San Petronio, en Bolonia, un edificio que es, además, un observatorio solar.

Cuando el sol alcanza su cenit se puede ver, a través de un pequeño agujero en el techo de la basílica, decorado con un halo y rayos dorados imitando a la vez la luz divina y la natural, un rayo de sol que “toca” una línea de cobre y bronce en el piso de la iglesia.

Esta línea corre a través de más de la mitad de la longitud total de toda la basílica. Donde termina la línea, se encuentra entonces esta constelación de signos zodiacales, números romanos y referencias a solsticios, calendarios y otros elementos de la ciencia astronómica.

Esta línea es lo que se llama una “línea meridiana”: un elemento que, sorprendentemente para muchos, es otra pieza más que añadir al rompecabezas fascinante que podríamos considerar es el arte religioso. La línea meridiana implica la incorporación de elementos astronómicos en la arquitectura religiosa -otro ejemplo en el que podemos encontrar la ciencia y la fe trabajando en equipo-, siguiendo el calendario litúrgico.

No es ningún secreto que la Pascua, la Fiesta de la Resurrección de Cristo, no es definida arbitrariamente por el calendario litúrgico, sino que, al contrario, este se basa -como cualquier otro calendario- en observaciones astronómicas.

El Concilio de Nicea ya había establecido que la Pascua no es un “aniversario” en el mismo sentido en el que un cumpleaños lo es, por ejemplo, que cae año tras año en la misma fecha. La Pascua se celebra siempre el primer domingo después de la primera luna llena después del Equinoccio de Primavera. Esto, con el fin de que la fecha sea la correcta, evitando así el riesgo de que los católicos celebren la Pascua en diferentes fechas alrededor del mundo.

Y aunque generalmente pensamos que el 21 de marzo es la fecha del Equinoccio de Primavera, la verdad es que no siempre el verdadero equinoccio astronómico cae en el día 21: incluso el calendario Gregoriano, tanto más exacto que el Juliano en varios sentidos, tiene sus insuficiencias (por ejemplo, esos años bisiestos que tenemos de vez en cuando).

Entonces, ¿cómo podemos lograr que la fecha en la que se celebra el equinoccio sea astronómicamente correcta? Es decir ¿cómo podemos hacer coincidir el tiempo astronómico con el tiempo del calendario? Una solución son precisamente estas líneas meridianas.

Como se lee en un excelente post publicado por Atlas Obscura sobre el tema, “comprender la estructura y el ritmo del cosmos a través de la observación científica directa no estaba en contradicción con el culto cristiano” sino que, en cambio, podía ser entendida como “una expresión esencial de la piedad humana”.

De hecho, este sistema comprendía una de las mejores maneras de sincronizar el tiempo humano e histórico con el tiempo natural y divino. Más aún: la primera línea meridiana construida en una iglesia fue diseñada por el célebre cartógrafo y fraile dominico Egnazio Danti.

Para leer la historia completa en el blog de Atlas Obscura, puede hacer clic aquí.

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