Sus muchos dones extraordinarios
Veía a su ángel de la guarda.- Desde que tenía uso de razón.
Apariciones de Jesucristo.- La primera que tuvo fue a los 5 años de edad.
Apariciones de la Virgen María.- Desde los 5 años de edad.
Bilocación.- Tenía 18 años cuando experimentó por primera vez este carisma, por el cual podía estar presente al mismo tiempo en dos lugares distintos.
Transverberación.- La tuvo en 1918, cuando ya era sacerdote. Es una experiencia mística de tal unión íntima con Dios que se siente traspasado el corazón por un fuego sobrenatural que deja una «herida de amor».
Estigmatización.- Recibió los estigmas invisiblemente en 1910, y de forma visible el 20 de septiembre de 2018.
Éxtasis.– El estado de oración más profundo, en el que se pierden las sensaciones corporales y la noción del tiempo.
Inedia.– Es el don de vivir sin la comida material suficiente, alimentándose sobrena- turalmente de la Eucaristía. El padre Pío sólo ingería unas 400 calorías diarias, y aun así aumentaba de peso.
Don de profecía.– Anunciaba eventos futuros, a corto, mediano o largo plazo, lo mismo de la gente común que de carácter eclesial y mundial.
Don de sanación.– Tenían lugar frecuentes curaciones milagrosas por su intercesión.
Don de hacer milagros.– Dios permitió que se realizaran milagros de lo más diverso por intercesión de este santo.
Don de expulsar demonios.– A veces expulsó demonios diciendo una sola palabra.
Lectura de las conciencias.- Tenía la capacidad de leer los corazones y las conciencias; esto era palpable sobre todo en el confesionario, donde con frecuencia decía a los penitentes sus pecados antes de que ellos los confesaran.
Olor de santidad.- Su cuerpo desprendía un perfume, que a veces podía ser percibido a grandes distancias. En especial sus estigmas olían como a flores.
Incorruptibilidad.- Por la cual, al morir, el cuerpo no experimenta descomposición. El padre Pío falleció hace 50 años; su cuerpo está parcialmente incorrupto y no huele mal.
TEMA DE LA SEMANA: PADRE PÍO: EL MISTERIO DE LA SANTIDAD
Publicado en la edición impresa de El Observador del 17 de febrero de 2019 No.1232
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