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Vaticano; llega el estatuto de la Pontificia Academia para la Vida

Papa Francisco firmó el «Estatuto» de la Pontificia Academia para la Vida, que entrará en vigor el próximo primero de enero de 2017. Fundada por Juan Pablo II, con el Motu proprio «Vitae mysterium», del 11 de febrero de 1994, la Pontificia Academia para la Vida «tiene como fin la defensa y la promoción del valor de la vida humana y de la dignidad de la persona».

Entonces, es tarea de la Academia (según lo que indica el Estatuto) «estudiar, en una óptica interdisciplinaria, los problemas relacionados con la promoción y la defensa de la vida humana»; «formar a una cultura de la vida, por la parte que le es propia, mediante iniciativas oportunas y siempre en el pleno respeto del Magisterio de la Iglesia»; «informar clara y tempestivamente a los responsables de a Iglesia, de las diferentes instituciones de ciencias biomédicas y de las organizaciones socio-sanitarias, a los medios de comunicación y a la comunidad civil en general, sobre los resultados más relevantes de las propias actividades de estudio y de investigación».

La Pontificia Academia para la Vida involucrará también a estudiosos no católicos y con el nuevo Estatuto ya no tendrá nombramientos de por vida. Monseñor Vincenzo Paglia, encargado de la Academia que desde el primero de enero tendrá un nuevo estatuto, explicó a la Radio Vaticana que las nuevas disposiciones se inscriben «en este nuevo horizonte de la Curia romana querido por Papa Francisco, para hacer que sea cada vez más eficaz, más congruente con las cuestiones contemporáneas. Después de 22 años de vida de la Academia, se trata de redefinir su impulso, replantear los horizontes, para que sea cada vez más eficaz su obra no solo de consultación, sino también de involucramiento en la investigación, mediante la colaboración de los numerosos miembros que forman parte de ella».

El religioso explicó que «el horizonte humanista que se preocupa por el primado de la dignidad del hombre y de la mujer sigue siendo firmemente el eje alrededor del cual gira la actividad de la investigaciónn, así como la participación de los científicos de las diferentes áreas religiosas y culturales. Será una de las preocupaciones que tendremos delante: involucrar también a estudiosos no católicos, por ejemplo ortodoxos, anglicanos, protestantes, pero también hebreos o hinduistas, budistas, musulmanes, quienes, dentro de esta perspectiva humanista, deberán colaborar juntos para recorrer esas tan delicadas fronteras que deciden el futuro mismo de la humanidad, como, por ejemplo, la cuestión del genoma, de las biotecnologías, de la robótica».
 

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