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Estos payasos llevan alegría en situaciones de emergencia

Cuando hay una emergencia, la “bola roja” que llevan en su nariz, se enciende. ¡Es señal de alarma! Mandiles blancos, zapatos coloridos, y lo esencial, una amplia sonrisa, les ilumina el rostro. Requisito indispensable para integrar el grupo de los “Payasos de Emergencia” (PDE).

Dos voluntarios, 11 clowns y 12 doctores llevaron amor a todos los rincones en la ribera del Río Rímac. Y es que la desgracia ensombrecía el rostro de los indígenas de la comunidad Shipibo-Konibo, pobladores provenientes del oriente peruano, que asentaron sus casas en el asentamiento urbano de Cantagallo, en la ciudad de Lima.

“Estábamos ante una emergencia”, recuerda el “Doctor” José Salas, técnico en ingeniería de sonido, graduado como “Doctor PDE”. Las donaciones iban llegando. Las cenizas se esparcían por el lugar. La tierra aún daba señales del devastador incendio que acabó con sus casas prefabricadas.

“El corazón se nos estruja, pero es hora de actuar. Generar sonrisas, llevar esperanza, somos payasos de emergencia”, sonríe el clown “Arpegio”, joven de 31 años dispuesto a llevar esperanza.

El amor lo puede todo. De eso están convencidos. La alegría y el optimismo, permite recobrar la fe. Ellos nutren su corazón a diario de entusiasmo. Con la guitarra lista, el tambor y las panderetas, sentados todos en medio de los escombros hacen música. Las cenizas revoloteaban aún en el lugar, pero luego de unos minutos, cada uno iba tomando posesión de un instrumento. La sonrisa volvió a dibujarse en sus rostros.

“Lo hicimos posible. ¡Llegamos con mucho amor para dar y así lo hicimos! El amor todo lo transforma, esa es la clave”, afirman. “Nos despedimos de todos con la certeza de haber sembrado esperanza”, cuenta para Aleteia el “Dr. Arpegio”.

La esperanza resurge de los escombros

En lo que queda de su pequeña habitación, Olinda Silvano guarda algunas mantas y pulseras que su hijo logró rescatar del fuego.

“Nosotros los Shipibo-Konibo desde hace 16 años ofrecemos trabajo, confeccionamos carteras, zapatos, ropa”, comentó la mujer artesana para la prensa peruana.

“Somos artesanos. Ahora sólo pedimos una nueva oportunidad”, exclama la artesana integrante de esta comunidad que agrupa a más de 200 familias, quienes tras el incendio lo perdieron todo.

En los pasajes polvorientos los artesanos tienden telas bajo el sol y sobre ellas acomodan sus productos. Su plan es vender artesanías hechas a mano. Recuperar su capital para volver a empezar. Para el “Dr. Arpegio” es un buen síntoma. Signo de que su labor da fruto, se empieza a sembrar esperanza en medio de la incertidumbre.

La comunidad Shipido-Konibo, habita estas tierras donde ahora florece una ciudad que a través de sus escuelas llevan la educación de sus ancestros a las nuevas generaciones.

Vestir al desnudo es una obra de misericordia. El grupo de clowns Payasos de emergencia así lo experimentaron luego de llevar alegría a la primera comunidad nativa urbana asentada en Lima. En las próximas semanas estos jóvenes han prometido regresar para profundizar en su experiencia de dar amor.

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