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El Papa: no a ideologías que “descarnan” a la Iglesia

El amor del cristiano es concreto, no es el amor «soft» de una telenovela. Sin concreción se «descarna» la Iglesia, como hacen «las ideologías». Los pobres son el tesoro de la Iglesia. Seamos concretos, también con las obras de misericordia, y así evitaremos «intelectualismos» inútiles y dañinos. Esta fue la reflexión de Papa Francisco esta mañana, 11 de noviembre de 2016, durante la misa matutina en la capilla de la Casa Santa Marta, según indicó la Radio Vaticana.

El Pontífice reflexionó sobre la Primera Lectura, un pasaje de la Segunda Carta de san Juan el apóstol, para insistir en la naturaleza del amor cristiano. Recordó que el mandamiento recibido de Dios es «caminar en el amor». Hoy existe un abuso de la palabra “amor”, pero el criterio del amor cristiano es uno solo: la «encarnación del Verbo». Quien lo niega, quien no lo reconoce, «¡es el anticristo!», exclamó sin medias tintas Papa Bergoglio.

Un amor sin la conciencia de que «Jesús vino en Carne, en la Carne, no es el amor que Dios nos manda». Sino «un amor mundano, es un amor filosófico, es un amor abstracto, es un amor un poco venido a menos, es un amor “soft”». Por el contrario, «el criterio del amor cristiano es la encarnación del Verbo. Quien dice que el amor cristiano es otra cosa, ¡es el anticristo! Que no reconoce que el Verbo vino en Carne. Y esta es nuestra verdad: Dios envió a su Hijo, se encarnó y tuvo una vida como nosotros. Amar como amó Jesús; amar, caminando por el camino de Jesús. Y el camino de Jesús es dar la vida».

El obispo de Roma insistió: «La única manera de amar como amó Jesús es salir continuamente del propio egoísmo e ir al servicio de los demás». Porque el amor cristiano «es concreto, porque es concreta la presencia de Dios en Jesucristo».

Por ello, hay que tener cuidado con los que van más allá de esta «doctrina de la carne», de la Encarnación, porque así «no permanece en la doctrina d Cristo, no posee a Dios». De hecho, «este ir más allá es un misterio; es salir del Misterio de la Encarnación del Verbo, del Misterio de la Iglesia, porque la Iglesia es la comunidad alrededor de la presencia de Cristo, que va más allá Esa palabra tan fuerte, ¿no? “Proagon”, que camina más allá». E justamente de allí «nacen todas las ideologías: las ideologías sobre el amor, las ideologías sobre la Iglesia, las ideologías que le quitan a la Iglesia la Carne de Cristo. ¡Estas ideologías —subrayó Bergoglio— descarnan a la Iglesia! “Sí, yo soy católico; sí, yo soy cristiano; yo amo a todo el mundo con un amor universal…”. Pero es un tanto etéreo. Un amor siempre está dentro, siempre es concreto y no va más allá de esta doctrina de la Encarnación del Verbo».

El Papa añadió una advertencia: quien desee «amar no como ama Cristo a su esposa, la iglesia, con la propia carne y dando la vida, ama ideológicamente». Esta actitud lleva a «hacer teorías, ideologías y también propuestas de religiosidad que le quitan la Carne a Cristo, que le quitan la Carne a la Iglesia, van más allá y arruinan a la comunidad, arruinan a la Iglesia».

Y otra advertencia más: si «comenzamos a teorizar sobre el amor», se llegará a la «transformación» de lo que el Señor «quiso con la Encarnación del Verbo, llegaremos a un Dios sin Cristo, a un Cristo sin Iglesia y a una Iglesia sin pueblo». Todos estos peligros se encuentran en ese proceso que descarna a la Iglesia.

Francisco invitó a pedir a Dios «que nuestro caminar en el amor nunca, ¡nunca!, nos convierta en un amor abstracto. Sino que el amor sea concreto, con las obras de misericordia, que se toca la Carne de Cristo ahí, de Cristo Encarnado». Por este motivo, «el dicono Lorenzo dijo “¡Los pobres son el tesoro de la Iglesia!”. ¿Por qué? ¡Porque son la Carne que sufre de Cristo! Pidamos —concluyó— esta gracia de no ir más allá y de no entrar a este proceso, que tal vez seduce a mucha gente, de intelectualizar, de ideologizar este amor, descarnando a la Iglesia, descarnando al amor cristiano. Y de no llegar al triste espectáculo de un Dios sin Cristo, de un Cristo sin Iglesia y de una Iglesia sin pueblo». 

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