Cerca de la beatificación una colaboradora directa del Cura Brochero
La Madre Catalina Rodríguez, fundadora del Instituto de las Hermanas Esclavas del Sagrado Corazón, se unió a la tarea evangelizadora del beato José Gabriel “Cura” Brochero y lo acompañó hasta su muerte. En las vísperas de la canonización del cura gaucho, la causa de beatificación de la religiosa, venerable desde 1997, da importantes pasos.
La Junta Médica reunida en Roma para evaluar la factibilidad de una curación ocurrida hace 19 años en la provincia argentina de Tucumán, tuvo un juicio favorable respecto a un posible milagro que se estudia. El caso ahora debe ser evaluado por la comisión teológica, para luego ser aprobado por los cardenales y el Santo Padre. La persona curada trabajaba en un colegio de las esclavas, y sufría una fuerte afección cardíaca.
Las herederas del legado de la Madre Catalina aguardaron la noticia con expectativa. En el Colegio de María, que el instituto lleva adelante en la provincia argentina de Córdoba, esperaban expectantes en una vigilia eucarística. También estaban reunidas en oración, religiosas y alumnos, en el colegio Divino Corazón en Buenos Aires.
#YoRezoPorMCatalina se escribía en redes. Y en Tucumán, en el colegio Sagrado Corazón de Jesús de las Hermanas, cientos participaron de los talleres, o de la Adoración en simultaneo, para esperar la ansiada noticia.
Saturnina Rodríguez y Montenegro nació en una distinguida familia, en Córdoba, en 1823. Prima del presidente Santiago Derqui, fue criada por una tía tras la prematura muerte de su madre, y años después, de su padre. Criada en un ambiente religioso, vivió el regreso de los jesuitas a Córdoba, y realizó sus primeros ejercicios a los 17 años. Colaboró con los jesuitas en la organización de los retiros, hasta la nueva expulsión de la Compañía por problemas con el gobierno de Juan Manuel de Rosas.
Pese a sentir un llamado a la vida consagrada en ese momento, contrajo matrimonio, presionada y confundida, incluso por su confesor, ante la amenaza de suicidio de parte del pretendiente. Contrajo matrimonio con un coronel viudo, padre de dos hijos, con mucha angustia. Amó y crió a sus hijastros, sin faltar en el amor a su esposo. Pero no abandonó su vida espiritual. Promovió el regreso de los jesuitas a Córdoba, apoyándose en su primo presidente.
Al enviudar, inició un progresivo itinerario religioso que la llevó, tras considerar el ingreso a otras congregaciones, a la creación de un nuevo instituto. Tras algunos años de tribulaciones y dolor, como es habitual en estos casos, tuvo un rápido y providencial crecimiento en Córdoba. A los pocos años los caminos de las Esclavas fundadas por la ya Madre Catalina se unió a la renovación espiritual, también apoyada en los ejercicios espirituales, promovida por el cura José Gabriel Brochero.
El hoy beato, que será canonizado el 16 de octubre, las convocó para acompañarlos con la casa de Ejercicios en Villa del Tránsito, en su parroquia. 16 esclavas viajaron en mansas mulas, que tuvieron que aprender a montar, para sumar esfuerzos a la obra del Cura Gaucho.
La Madre Catalina falleció en la Pascua de 1896. Para entonces, cerca de 200 mujeres habían seguido sus pasos, y las esclavas contaban con 12 casas, tanto en Córdoba como en otras provincias argentinas. Hoy, la congregación de las Hermanas Esclavas se extiende también a Chile, España y África.
“Como Congregación, nos proponemos dar Gloria a Dios, entregándole nuestra vida, viviendo el Amor y la Reparación del Corazón de Jesús, mediante la profesión de consejos evangélicos, especialmente por los votos simples de Castidad, Pobreza y Obediencia, en un régimen de vida común”, proclaman las herederas del legado de la Madre Catalina, que desde sus distintas casas aguardan expectantes los avances en Roma de una causa que, si se confirman los siguientes pasos, podría dar a la Argentina una nueva Beata en 2017.
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