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Una visita a donde el Señor resucitó

Hablar de la Resurrección de Jesucristo es hablar de un hecho estrictamente histórico; por tanto, que ocurrió en un lugar específico.

Hoy no queda nada de la apariencia original de aquellos sitios donde tuvieron lugar los grandes acontecimientos de la historia de la salvación. El Calvario y la tumba de Cristo han quedado dentro de la basílica del Santo Sepulcro, en Jerusalén. En este recinto religioso hay capillas por todos lados: la de la Aparición, la de Adán, la de Santa Elena, etc.; algunas están bajo la custodia de los frailes franciscanos; otras, en manos de los ortodoxos griegos, de los coptos, de los armenios, etc.

Ya nada es igual

Llena la basílica de lámparas, altares y adornos, es prácticamente imposible imaginar cómo se veían aquellos ambientes en el momento en que Jesucristo padeció, murió, fue sepultado, resucitó y fue encontrado por las santas mujeres en los jardines.

Hay diversas razones por las que se llegó a esto. Para empezar, en un momento dado se hizo necesario preservar esos santos lugares a donde cada vez más cristianos querían peregrinar, lo que debió obligar a hacer algunos cambios. Luego está el hecho de que el hombre siempre se ha empeñado en embellecer los escenarios del acontecimiento más importante del cosmos, lo que puede traducirse más bien en un “echar a perder”, pues tales sitios ya eran los más bellos de la Tierra sin necesidad de adornos.

Y, por otro lado, aquel lugar ha sufrido toda clase de vicisitudes:

  • En el año 135 se construyó sobre el lugar del Calvario un templo para adorar a la diosa Venus.
  • En 326, tras la llegada de santa Elena, madre del emperador Constantino, a Jerusalén, se destruyó el templo pagano y se inició la construcción de la basílica cristiana.
  • En 614 los persas invadieron Palestina e incendiaron la basílica.
  • En 634 fue reconstruida.
  • En 841 se incendió a causa de un aventurero.
  • En 935 los musulmanes intentaron construir una mezquita al lado de la basílica.
  • En 966 hubo un nuevo incendio, provocado por los musulmanes.
  • En 1009 el califa Hakim ordenó destruir el templo constantiniano, siendo destruida también la tumba de Jesús.
  • Entre 1130 y 1149 los cruzados construyeron una nueva basílica, de estilo románico.
  • En 1808 hubo otro incendio; y en 1927 un terremoto puso en peligro la basílica.

Razón para visitarla

Aun así, aquel territorio es, ha sido y seguirá siendo santo, tierra santa, pues es el lugar del acontecimiento más importante del universo: la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte. Y por solo ese hecho, vale la pena ir de visita, por supuesto, virtual. Puede hacerse en la página de internet

http://jerusalem.com/

TEMA DE LA SEMANA: ¿ESTA PASCUA HAY ALGO QUÉ CELEBRAR?

Publicado en la edición semanal digital de El Observador del 12 de abril de 2020 No.1292

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