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Rusia busca su expansión por África

Desde hace unos años el presidente de Rusia, Vladimir Putin, está empeñado en reconstruir de algún modo el viejo imperio de la Unión Soviética que se hundió con la caída del Muro de Berlín hace 30 años. Rusia, la Rusia de Putin, quiere ser una superpotencia y no quiere dejar de tener zonas de influencia que se extiendan por todos los continentes.

África era una asignatura pendiente. Rusia no estaba, o estaba muy poco. Ahora quiere renovar su presencia en distintos países y para ello ha convocado la primera Cumbre Foro Económico Rusia-África en la localidad balnearia rusa de Sochi.

Allí han acudido 47 líderes africanos, y ha actuado como copresidente, junto con el presidente de Rusia, Vladimir Putin, el presidente egipcio Abdel Fattah al Sisi. Han participado 3.000 delegados, entre políticos y hombres de negocios. Rusia, pues, quiere entrar como superpotencia y de lleno en África, en competencia con Estados Unidos, China y Europa. Esto ocurre a los 30 años de la caída del Muro de Berlín.

¿Por qué Rusia está tan interesa en África? Es sencillo: la economía rusa sufre las penalidades de las sanciones occidentales por la invasión de Crimea, y tiene una imperiosa necesidad de buscar nuevos mercados y nuevos amigos y ser respetada como superpotencia mundial.

Rusia, sin embargo, no quiere entrar en África como lo han hecho los países occidentales, es decir explotando sus recursos naturales, sus minerales, su madera, sus fuentes energéticas, sus materias primas, etc., con bajos salarios.

Tampoco quiere hacer como China a base de multimillonarias inversiones. Rusia ha creado un modo de cooperación con África basado en el “brain circulation” y en el “brain exchange”.

Es decir, se trata de formar africanos en Rusia para devolverlos a su país y aplicar los conocimientos allí, y también enviar rusos a los países africanos para compartir experiencias, conocimientos, con los africanos.

Hay que señalar que entre Rusia y África se encuentran el 60 por 100 de los recursos naturales de la tierra. Este intercambio conducirá, en el futuro, a la creación a importantes industrias manufactureras, dicen fuentes rusas. Esto requerirá inversiones, y Rusia no tiene mucha capacidad inversora en estos momentos, debido a la debilidad del rublo y de su economía.

Rusia ha querido congraciarse con los países africanos haciendo unos gestos de generosidad, primero con Mozambique, Madagascar y Tanzania y después con Etiopía de cancelar su deuda por centenares de millones de dólares. Eran créditos que había concedido la antigua Unión Soviética, hace más de 30 años.

La creación de industrias manufactureras tendrá un apoyo con el acuerdo de libre comercio africano, el African Continental Free Trade Area, que entró en vigor el pasado 31 de mayo. Esto obliga a los países africanos a la armonización de los productos –que deberán seguir modelos estándar– y los precios.

¿Hay o habrá contraprestaciones militares a esta modalidad de ayuda rusa? No es oro todo lo que reluce. Rusia también provisiona armas a los países que ayuda, como el caso de Etiopía, o el envío, de momento, de consejeros militares en Banghi, y próximamente en Egipto (no es causal la copresidencia de Al Sisi en Sochi), Angola, Sudán, República Centroafricana, Mozambique y Tanzania, entre otros.

Los países africanos que reciben ayudas de Rusia no excluyen que esta no acabe explotando los recursos con mano de obra barata, y mantenga al pueblo en la pobreza.

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