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No seas esclavo de tu trabajo

No pregunto sobre el dinero. Sino sobre el trabajo en sí. Muchos empleos hoy se extienden en nuestra vida más allá del horario laboral. No queremos dejar un mail sin leer, una llamada sin contestar, un informe sin preparar… aunque sea fuera de la oficina.

En estas ocasiones, y gracias a la tecnología, el trabajo se convierte en un veneno que nos roba la vida: porque si tu trabajo ocupa casi todas tus horas despierto te está quitando vida social y familiar. Miras los mails de trabajo mientras desayunas, mientras comes, antes de acostarte…

Es la espiral que se muerde la cola: en el trabajo te piden cada vez más, tú quieres darlo y para eso necesitas más tiempo. Y más y más. Y lo das. Y así te has convertido en un esclavo.

Solo paras para comer, para dormir y poco más. Te crees libre pero no lo eres.

En estas situaciones hay trabajadores que incluso no saben qué hacer con su ocio porque solo saben trabajar. Es la esclavitud perfecta para las horario laboral: porque no hay obligación explícita, porque oficialmente tiene un horario pero el trabajador está siempre disponible y lo hace, parece, ‘voluntariamente’. La presión es sibilina, pero cala.

Y convertimos el trabajo en el centro total y absoluto de nuestra vida.

Las alarmas empiezan a saltar. Es la esclavitud psicológica. Y ya empiezan a verse empresas que apuestan por ‘apagones tecnológicos’ por la tarde. Pero son ejemplos escasos. A la mayoría de la gente le llegan los mails a cualquier hora en nuestros smartphones: llevamos el trabajo encima, todo el día. Saber parar es nuestra responsabilidad.

Pero si no puedes solo, pide ayuda. Lo primero es reconocerlo. Hoy tiene nombre: workaholics, adictos al trabajo. El trabajo en exceso.

Estos son algunos de sus síntomas:

  1. Siempre quiere tener todo controlado en el trabajo. No hay que olvidar que muchos trabajos son infinitos: nunca tendrás todos los listados, ni todos los informes, ni habrás vendido lo suficiente, ni habrás analizado todo el stock, o diseñado todas las estrategias…
  2. Pocas relaciones sociales más allá del trabajo. Se acaba dejando de lado a amigos y familia. Solo los resultados del trabajo nos dan satisfacción. Es como una droga. Una autoesclavitud. Solo se ‘queda’ para el trabajo: reuniones, foros… Nada de planes sociales.
  3. Le cuesta delegar. El control total requiere que todo lo haga yo. Que todo lo controle yo. Es fruto de la obsesión. De hecho, se siente culpable si delega.
  4. Su trabajo marca su estado de ánimo. Si los resultados en el trabajo son satisfactorios, están contentos. De lo contrario, el humor será negativo. Y nada exterior al trabajo podrá cambiarlo. Porque el mundo exterior solo existe cuando tiene relación con el trabajo.

Y luego viene la parte física: la dependencia total y absoluta puede llevar a estados de insomnio verdaderamente peligrosos. Como ha ocurrido con directivos de bolsa en algunos países. Varios días pegados a las pantallas. Otros problemas como el estrés y la ansiedad están a la orden del día en este tipo de comportamientos.

¿Te ha pasado o conoces a alguien en esta situación? No dejes que ocurra. Hay mucha más vida más allá del trabajo. Esfuérzate, con cabeza, tanto por hacer bien tu trabajo como por saber aparcarlo cuando sea necesario. No seas un esclavo.

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