Madam C. J. Walker: el amor a su hija la sacó de los campos de algodón
Se llamaba Sarah Breedlove y nació el 23 de diciembre de 1867 en una plantación de algodón de Delta (Luisiana, Estados Unidos). Sus padres, Owen y Minerva Anderson Breedlove, eran esclavos que trabajaban en los campos de algodón sureños. A los 7 años, Sarah quedó huérfana de padre.
Se casó, como muchas mujeres de la época, a los 14 años y a los 21 tuvo su primera y única hija, A’Lelia. Por desgracia, su marido fallecía dos años después y ella decidía entonces trasladarse con su bebé a San Luis (Misuri).
Su prioridad: pagar los estudios de su hija
Allí contaba con el apoyo de sus hermanos, que se ganaban la vida como barberos. Podía trabajar y sacar adelante a su hija. Sarah ganaba entonces 1,5 dólares al día y ese sueldo lo empleó -a base de muchos sacrificios personales- en lo que consideraba prioritario: la educación de la niña.
Seguramente a causa de la dura vida que había tenido que llevar, Sarah vio cómo a los 23 años comenzaba a experimentar una importante caída de cabello. Fue así como consultó a sus hermanos y empezó a interesarse por preparar remedios caseros que repararan el pelo.

Sarah utilizó aceites, lociones, jabones… y al mismo tiempo le surgió la posibilidad de hacerse vendedora de productos de Annie Malone, una emprendedora afroamericana de la época que empezaba a triunfar y que había nacido en unas circunstancias similares a las suyas.
Cuando comenzó tener experiencia de ventas, Sarah pensó que podía dar un paso más y así ayudaría a su hija y sus hermanos. Fue así como puso en marcha su propia línea de productos cosméticos, que vendía puerta a puerta convencida de que ayudaban sobre todo a la piel y el cabello de la mujer afroamericana.
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Un crecepelo que se convirtió en súperventas
A su empresa le puso el nombre de Madam C. J. Walker (por su marido de entonces, Charles Joseph Walker) y comenzó a extenderse su fama por todos los Estados Unidos. Se mudó a Denver, abrió una fábrica, un salón de peluquería y manicura y una escuela para aprendices. Su producto estrella era un crecepelo y su mejor “imagen de marca” era ella misma. El superventas se llamaba Madam Walker’s Wonderful Hair Grower.
Fue así como Madam C. J. Walker logró el éxito empresarial y consiguió para su hija y sus hermanos una mejor situación.
Dio trabajo a miles de personas
Con todo ello, Sarah logró dar trabajo a miles de personas, cuando ella falleció, en 1919, la compañía generaba 3 millones de dólares y daba empleo a 40.000 trabajadores.
La auténtica Madam Walker fue siempre generosa. Consta, por ejemplo, que hizo una donación de 5.000 dólares (en aquella época) a la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color, más conocida como NAACP (National Association for the Advancement of Colored People), y colaboró con el Tuskegee Institute, centro de estudios dirigido a la comunidad afroamericana.
En la actualidad, sus productos siguen vendiéndose, no solamente para mujeres afroamericanas sino en general para la mujer con cabellos rizados, encrespados y ondulados. Aquellos aceites caseros siguen dando buenos resultados.
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