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Frozen 2: Dos hermanas y un destino

Uno de los errores más habituales de las secuelas de grandes éxitos de taquilla es el de intentar repetir la fórmula, es decir, volver a rodar (casi) la misma película con algunos cambios aquí y allá.

No es el caso de Frozen 2: hay que reconocerle a sus dos directores, Chris Buck y Jennifer Lee, que han tenido el buen tino de intentar expandir el universo de la película original.

No sólo por el hecho de llevar a sus protagonistas más allá de los límites de Arendelle, sino sobre todo porque recogen las sugerencias argumentales que apenas quedaban esbozadas en Frozen para desarrollarlas, rellenar los huecos, y crear así una mitología propia –muy influida por las culturas nórdicas y su relación con la Naturaleza– que construyen hasta rozar, eso sí, con mucha sutilidad, la narración superheroica.

Y es que, si entendemos la primera película como una historia de origen de Elsa, esta secuela vendría a narrar su consolidación como superheroína –pero también la de Anna, que ejerce como tal incluso sin magia– dentro de un (nuevo) contexto en el que sus poderes se convierten en imprescindibles.

No hay, como se rumoreaba, historia de amor para el personaje al que le pone voz Idina Menzel, más allá de la que tiene con su hermana –y que es, como en la anterior, central a nivel argumental–.

Y es que, en realidad, lo que les interesa a Buck y a Lee es completar el proceso de autodescubrimiento de Elsa que apenas arrancaba en Frozen, y que le lleva a asumir un legado familiar inesperado, así como todas las mochilas y los condicionantes que conlleva.

De ahí parte el discurso principal sobre el que se sostiene Frozen 2: si su antecesora venía a describir la etapa más juvenil e inconsciente de sus personajes, en esta historia asistimos a su transición hacia la madurez, sobre todo por la necesidad de que asuman una determinadas responsabilidades –la parte más ligera y más divertida de la trama la aportan, de hecho, tanto Olaf como Kristoff–…

Y lo que es más importante, de que se hagan conscientes de lo mutable, lo cambiante, de la experiencia humana, y la necesidad de reconocer las anclas que nos dan estabilidad y nos permiten, a pesar de todo, seguir adelante.

El matrimonio formado por Robert Lopez y Kristen Anderson-Lopez vuelve a firmar las canciones, y aunque era prácticamente imposible que repitieran el nivel icónico de las melodías originales –de ahí que, en determinados momentos, vuelvan a ellas, a veces de forma muy sutil–, llevan a cabo un trabajo igualmente sólido y memorable.

Otra vez ayudan a construir a los personajes y a describir su evolución a lo largo del metraje… Si bien, por cómo rompen con el tono marcado en su antecesora, resultan especialmente recomendables “Lo que no cambiará” y la muy divertida “Perdido en el bosque” –sobre el todo por el descacharrante número, parodia de la narrativa de videoclip, al que da pie esta última–.

Es exactamente lo que ocurre con la propia película: resulta más interesante cuanto más se distancia de la primera Frozen, que es cuando Buck y Lee desarrollan un discurso –incluso en lo visual– más rico y más interesante… Y menos condicionado por la alargada sombra de su anterior trabajo.

Ficha Técnica

Título original: Frozen 2

Año: 2019

País: Estados Unidos

Género: Animación

Directores: Chris Buck, Jennifer Lee

Voces originales: Idina Menzel, Kristen Bell, Jonathan Groff, Josh Gad, Sterling K. Brown, Evan Rachel Wood, Alfred Molina

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