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Algunos mueren de hambre y otros derrochan alimentos

El Pontífice manifestó su apoyo a la campaña global Stop Desperdicio de Alimentos organizada por el Programa Mundial de Alimentos de la ONU, a través de un mensaje con ocasión del segundo período ordinario de sesiones del Consejo Directivo del mencionado Programa que finalizó el 21 de noviembre

Por Ary Waldir Ramos Díaz / Aleteia en El Observador

El Papa Francisco aplaudió el trabajo de favorecer medidas que erradiquen «el desperdicio de alimentos, fenómeno que interpela cada día más nuestras conciencias». «En muchos lugares, hermanos nuestros no pueden alimentarse ni sana ni suficientemente, mientras que en otros se malgasta y se derrocha sin control».

De hecho, las personas con obesidad se triplicaron desde 1975 y las que padecen hambre aumentaron 11% en los últimos cuatro años en América Latina y el Caribe, según el Panorama de la seguridad alimentaria y nutricional 2019 de la ONU.

Derroche de alimentos lacera la vida

«Esta pone de relieve que el derroche de alimentos lacera la vida de muchas personas y vuelve inviable el progreso de los pueblos. Si queremos construir un futuro en el que nadie quede excluido, tenemos que plantear un presente que evite radicalmente el despilfarro de comida», se lee en el mensaje enviado el 18 de noviembre 2019.

En efecto, según la FAO:

  • El volumen mundial de despilfarro de alimentos se calcula en 1 600 millones de toneladas en el «equivalente de productos primarios». El despilfarro total de los alimentos para la parte comestible de este volumen equivale a 1 300 millones de toneladas.
  • La huella de carbono del despilfarro de alimentos se estima en 3 300 millones de toneladas de equivalente de CO2 de gases de efecto invernadero liberados a la atmósfera por año.
  • El volumen total de agua que se utiliza cada año para producir los alimentos que se pierden o desperdician (250km3) equivale al caudal anual del río Volga en Rusia, o tres veces el volumen del lago de Ginebra.

Francisco insiste, sin perder tiempo, en aunar «recursos e ideas», para «presentar un estilo de vida que dé la importancia que merecen los alimentos. Este nuevo estilo consiste en estimar en su justo valor lo que la madre Tierra nos da, y tendrá una repercusión para toda la humanidad».

Entretanto, aseguró que la «Iglesia Católica trabaja por fomentar la solidaridad entre todos los hombres, y desea colaborar con el Programa Mundial de Alimentos, reafirmando que todo ser humano tiene derecho a una alimentación saludable y sostenible».

Además, deseó que esta campaña sirva de ayuda a quienes «en nuestros días sufren las consecuencias de la pobreza y pueda demostrar que, cuando la persona ocupa el centro de las decisiones políticas y económicas, se afirma la estabilidad y la paz entre las naciones y crece por todas partes el entendimiento mutuo, cimiento del auténtico progreso humano».

La paradoja de la abundancia

El Pontífice citó a su predecesor Juan Pablo II (1992) al indicar «la paradoja de la abundancia», que sigue «siendo un obstáculo para resolver el problema de la nutrición de la humanidad».

«En esta paradoja existen mecanismos de superficialidad, negligencia y egoísmo que están en la base de esta cultura del derroche. Si no se toma conciencia de esa dinámica y se pone límite, será difícil alcanzar los compromisos del Acuerdo de París sobre el cambio climático».

Un problema de todos: en familia y en la escuela

Además, el Papa sostiene que el desperdicio de alimentos también es un obstáculo para «lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 de Naciones Unidas».

«Llegar a esa meta – explicó- no le corresponde sólo a los organismos internacionales ni a los gobiernos, sino que compete a todos. La familia, la escuela, los medios de comunicación tienen una importante tarea en la educación y en la sensibilización».

«En este sentido, nadie puede quedar al margen de la lucha contra esta cultura que va sofocando a tantas personas, especialmente a los pobres y vulnerables de la sociedad».

  • Las consecuencias económicas directas del despilfarro de alimentos (excluyendo el pescado y el marisco) alcanzan los 750 millones de dólares EEUU anuales.

Con ocasión de la apertura del segundo periodo ordinario de sesiones del Programa Mundial de Alimentos, Francisco saludó a David M. Beasley, Director Ejecutivo y al embajador Hisham Mohamed Badr, actual Presidente de la Junta Ejecutiva, como también a todos los miembros y participantes en la misma.

Publicado en la edición impresa de El Observador del 24 de noviembre de 2019 No.1272

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