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Una nueva tragedia pondría rostro a la desesperación de los inmigrantes

La policía de Essex (Inglaterra) hacía esta mañana un macabro hallazgo: 39 cuerpos sin vida hacinados en un camión procedente de Bulgaria. Aunque las víctimas no han sido identificadas aún, el modus operandi recuerda a otras tragedias similares vinculadas con el tráfico de personas y la inmigración ilegal.

En julio de 2018, las autoridades libias hallaron 8 muertos (6 de ellos niños) y 90 en condiciones infrahumanas en un camión frigorífico cerca de Zawara, uno de los principales puertos de inmigración clandestina hacia Europa.

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En julio de 2017, un empleado de Wallmart en Texas (EE.UU.) alertó sobre un camión sospechoso parado. La policía descubrió en él a 38 personas en atroces condiciones, una decena de las cuales había fallecido por asfixia.

En el verano de 2015, en plena crisis de los refugiados, la policía austriaca halló los cadáveres de 71 personas de Siria, Irak y Afganistán, entre ellos 8 mujeres y 4 niños, en un camión abandonado junto a una autopista. En junio del año 2000, se encontraron los cuerpos de 58 ciudadanos chinos en el contenedor de un camión en Dover.

Por ahora, sólo el conductor del camión ha sido detenido, acusado de asesinato. Pero esta manera de luchar contra la trata de personas recuerda a la lucha de Hércules contra la Hidra de Lerna: cortas una cabeza y aparecen dos más poderosas en su lugar.

Mientras 3,5 millones de personas se agolpen en los muros de Europa buscando un resquicio por donde entrar, sin que nadie les ofrezca una solución, siempre habrá redes mafiosas que se lucren con la desesperación, y seguirá habiendo miles de muertes inocentes, ahogadas en el Mediterráneo y asfixiadas en camiones, y deshidratadas en el desierto de Sonora.

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