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Si alguien te irrita, repite esta frase

“Ella me pone tan nerviosa. En lugar de aceptar y alabar mi cena, constantemente sugiere que antes se solía hacer de manera diferente. Dice que tal vez se podría agregar un poco de crema agria o de eneldo. Estos comentarios me vuelven loca, y más de una vez, la cena terminó en una discusión”.

“Desde que nació nuestro bebé, escucho ‘buenos consejos’ de ella todo el tiempo. ‘Ponle la gorra’; ‘ponle el orinal’; ‘no lo lleves tanto tiempo en brazos’; ‘dale más de esta sopa’… A veces tengo que morderme la lengua para no contestarle mal, porque se ofendería”.

“Quiero estudiar humanidades pero tengo un tío que hace comentarios cada dos por tres del tipo: ‘Ahora es mejor para un hombre ser informático o tener una profesión concreta como electricista o fontanero. Ganarías mucho dinero’. Cada vez que le oigo decir este tipo de cosas, salgo y me entran ganas de cerrar con toda mi rabia la puerta porque no puedo escucharle más”.

¿Quién de nosotros no ha escuchado historias similares? ¿O tal vez a nosotros mismos a veces se nos pone a prueba la paciencia y el carácter cuando alguien nos aconseja con este tipo de comentarios?

¿Hay que criticar las críticas?

Pensemos cómo reaccionamos en situaciones similares.

  1. Escuchamos los comentarios y casi estallamos de rabia por dentro, pero tratamos de no explotar, por eso nos cerramos más a la relación con esa persona y acumulamos sentimientos negativos hacia él o ella.
  2. Estamos escuchando y esperamos hasta que podamos pagarle con la misma moneda con algún comentario amargo. ¿Qué se cree, que soy tonto? Por un momento sentimos algo parecido a la satisfacción, pero a la larga esto solo daña nuestra relación.
  3. Ya ni siquiera queremos escuchar a esa persona, lo que quiera que nos diga no tiene nada de valor.

Ciertamente hay más combinaciones y respuestas según el contexto. Sin embargo, si después de tales conversaciones siempre hay cierto disgusto o una atmósfera incómoda, vale la pena considerar si podemos hacer algo para cambiarlo.

¿Y si es así, podríamos intentarlo de manera diferente?

Ciertamente no es fácil cambiar así como así la actitud hacia una persona irritante. Sin embargo, conozco una manera que puede facilitarse el camino hacia una relación más positiva con esa persona que nos resulta difícil. Cuando comienzan las críticas o los comentarios y yo comienzo a irritarme, repito una frase en mi mente: “Quiere mi bien”. Esta persona tiene buenas intenciones, lo dice porque se preocupa por mi, no tiene malas intenciones, lo dice de buena fe.

¿Sabes cuál es el problema? Que no existe una definición única del “bien”. Cada uno de nosotros puede definirlo de manera diferente. Por lo tanto, si el buen consejo de alguien te hace sentir molesto, intenta comenzar tu respuesta con un “Sé que quieres lo mejor para mí, (pero no opino lo mismo que tú)… ”, verás que esto aliviará no solo tu actitud negativa, sino también la de tu “consejero/a”. Este es el camino más cercano al diálogo basado en el respeto a las opiniones de dos partes en lugar de la frustración.

Bendecir con la palabra

La humildad es una virtud que aprendemos a lo largo de nuestras vidas. No necesariamente significa ser sumisos y someternos a las sugerencias de otros. Un carácter bondadoso nos acerca a Dios y a otras personas.

Si somos impulsivos y efusivos por naturaleza, necesitamos buscar más formas de dominar nuestras emociones, sobre todo aquellas que nos conducen a malentendidos. Esta es solo una de ellas. ¿Por qué no intentarlo? ¿O tal vez todavía sentimos resistencia, porque no se trata solo de “buenos consejos”, sino de nuestra actitud general hacia alguien?

Bendigamos con palabras y oremos por nuestras relaciones difíciles. No pidamos un cambio en el corazón ajeno, sino en nuestro corazón, pensamientos y palabras.

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