Rigoberta sacó adelante a sus hijos a pesar de los problemas del marido con el alcohol
Su marido gastaba todo en bebida
Rigoberta se vio en una encrucijada: por una parte, sus hijos necesitaban lo más básico, como alimentos y educación. Pero, por otra, su esposo gastaba todos los ingresos de su trabajo como albañil en bebida. Cuando llegaba a casa después de percibir el salario, ya no quedaba nada en sus bolsillos.
Esta mujer, que no disponía de otros medios económicos más que los ingresos que debía llevar el marido, decidió trabajar para que sus hijos dejaran de pasar hambre.
Expulsada de casa por su propio marido
Pero su marido se opuso rotundamente. Ella hizo entonces lo que le dictó la conciencia: escaparse para ir a escondidas a un taller. Allí cortaba piezas de tela y las vendía como delantales. Así fue como su familia pudo sobrevivir.
Sin embargo, cuando el marido conoció lo que Rigoberta estaba haciendo, se enojó y la echó de casa. Ella se encontró entonces con los hijos a su cargo y con la necesidad de mantenerlos a toda costa y velar por ellos.
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Aprender a tejer la salvó a ella y a sus hijos
“Conocí la oenegé Manos Unidas“, recuerda. Fue a un taller donde le enseñaron a tejer y ahora, años después, no puede estar más agradecida: además de llevar a casa el sustento, todos han podido ir a la escuela y “algunos se han graduado”, afirma orgullosa.
Enseña a otras mujeres
Rigoberta está contenta no solo por su logro personal sino además porque ahora enseña a otras mujeres que se encuentran en situaciones muy similares a la que ella padeció: alcohol del marido, incomprensión, agresiones… ella es ahora una lideresa en su comunidad y sabe que aporta herramientas para que mejore la situación de las familias.
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