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Envenenan el ‘Árbol de la vida’ que sembró el papa Francisco en Colombia

Las autoridades ambientales de Villavicencio (llanos orientales de Colombia) emprendieron un plan de recuperación del guayacán amarillo sembrado por el papa Francisco durante su visita a esa ciudad, en septiembre de 2017. El árbol fue envenenado y se secó, hecho que se conoció esta semana y ha sido muy lamentado por la comunidad.

Se trata de una especie nativa de la región conocida también como flor amarillo (Tabebula chrysantha), que florece en épocas de sequía y puede llegar a medir más de 30 metros de altura. Fue sembrado por el pontífice en el Parque Los Fundadores como símbolo de reconciliación y paz, después de más de medio siglo de guerra entre el Gobierno y las Farc, y como símbolo de la protección que necesita la naturaleza.

Ana María Sendoya, secretaria de Medio Ambiente de la ciudad, confirmó a los periodistas que el follaje estaba totalmente seco y a su alrededor había un líquido viscoso que olía a aceite quemado. Aseguró que “se le sigue haciendo el procedimiento de desintoxicación que incluye lavado con una solución de glucosa y aplicación de humus líquido con aserrín de madera para que absorba las trazas de hidrocarburo”.

Por su parte, el Instituto de Turismo de Villavicencio, encargado del cuidado del emblemático árbol, se manifestó en su cuenta de Twitter así: “Con gran tristeza reportamos que manos de vándalos envenenaron el ‘Árbol de la Vida’, el cual fue plantado por el Papa Francisco durante su visita el 8 de septiembre del 2017.

“Estamos adelantando tratamientos para salvarle la vida a esta planta emblemática para la ciudad”. Esta entidad aprovechó la visita del papa Francisco al Parque Los Fundadores, para potencializarlo como lugar de peregrinación y atractivo turístico y aumentar el número de visitantes al lugar.

COLOMBIA
Alcaldía de Villavicencio - Facebook

Además de investigar con qué sustancia atacaron al guayacán amarillo, con el fin de darle el tratamiento preciso, las autoridades trabajan por saber quiénes cometieron el acto de vandalismo y pidieron a la comunidad que denuncie los hechos que atenten contra los sitios representativos de la ciudad.

El Papa sembró esta especie nativa en un acto que contó con la presencia de más de 400 niños y en el que hubo una gran participación de indígenas de la región, a quienes el papa agradeció su experiencia y sabiduría en el cuidado del ambiente.

Francisco aprovechó la simbólica siembra para insistir en una de sus mayores y recurrentes preocupaciones: el respeto por la naturaleza (consignado en su encíclica Laudato sí). “La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes”, dijo el sumo pontífice en unas emotivas palabras que hoy tienen total vigencia.

Los ciudadanos han rechazado el acto de vandalismo y han apoyado las acciones de recuperación del árbol que durante dos años se mantuvo firme, en memoria de las miles de víctimas de la violencia en Colombia.

Este hecho ocurre a pocos días de empezar en Roma el Sínodo por la Amazonía y en la semana en que la Iglesia celebra el día de San Francisco de Asís, recordado, entre otras cosas, por su amor a la naturaleza y a todas las criaturas vivientes.

“Es lamentable, afirmó un feligrés en medio de su tristeza. En este país seguimos acabando con la vida, pero los buenos somos más y no vamos a permitir que se sigan presentando este tipo de acciones violentas”.

Al registrar el envenenamiento del ‘Árbol de la vida, vale la pena volver a citar al cantante Juanes, como lo hizo el papa Francisco en una de sus prédicas en Villavicencio: “Los árboles están llorando, son testigos de tantos años de violencia. El mar está marrón, mezcla de sangre con la tierra”.

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