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“Derecho de pernada”: ¿realidad o leyenda negra?

¿Existió el derecho de pernada, o Ius Primae Noctae, por el que un señor feudal tenía derecho a yacer con una recién casada antes que su marido? Aunque se ha convertido en un recurso frecuente en la literatura moderna (es, por ejemplo, la escena con la que se inaugura La catedral del mar, de Ildefonso Falcones), e incluso en el cine (la también famosa escena del Braveheart de Mel Gibson), la realidad es que prácticamente los historiadores la consideran una leyenda negra.

Lo explica el profesor Alessandro Barbero, titular de Historia medieval en el Departamento de Estudios Humanísticos de la Università degli Studi del Piemonte Orientale Amedeo Avogadro, y conocido divulgador y conferenciante en la TV italiana. En una intervención suya durante el Festival della Mente de Sarzana (Italia) celebrado en 2013, calificaba el derecho de pernada como la gran fake news sobre la Edad Media que aún algunos se obstinan en creer. 

El historiador explica que una cosa es que haya habido señores feudales que abusaban de jóvenes campesinas, “igual que sucede en todas las sociedades donde hay desigualdad social y abuso de poder”. Pero asegura que no existen pruebas documentales en que se apoye la existencia de un derecho legal semejante al que nadie podía sustraerse.

Se trata, explica el profesor Barbero, de un mito que empezó a correr en la vieja Europa a partir del siglo XV, cuando la naciente burguesía denigraba a sus señores feudales a posteriori para justificar su emancipación y el nacimiento de las ciudades. Anteriormente, la innumerable documentación medieval que ha llegado hasta nosotros, tanto de tipo literario – y explícitamente sexual – como de los procesos judiciales entre campesinos y señores feudales, nunca nombra este aberrante supuesto privilegio en sus muchas reclamaciones.

Existe solo un documento de 1247, recogido en la abadía francesa de Mont Saint Michel, en la que atestigua el derecho de un señor francés de exigir una tasa sobre el matrimonio de una joven campesina de sus tierras, si esta se casaba con un joven de otro señorío, con el fin de compensar la pérdida. El amanuense que escribe este caso, añade este comentario jocoso, pero no reconociéndolo como derecho:

“Hoy se pagan tres sueldos, pero para los campesinos está bien, porque en tiempos antiguos, la tasa era tan elevada que, antes que dar al señor una cabeza de ganado, el padre le ofrecía la virginidad de su hija”. 

En España, por ejemplo, la revista National Geographic cita otro documento, el Proyecto de Concordia de 1462 que terminó con un largo conflicto entre los señores feudales y campesinos remensas de Cataluña, y donde los remensas pedían que este “mal uso” fuese abolido (“pretenen alguns senyors que, com lo pagès pren muller, lo senyor ha a dormir la primera nit ab ella“), y los señores feudales a su vez responden que no sabían de ninguno de ellos que exigiese tal servicio y que, si era cierto, estaban de acuerdo con eliminarlo. En ningún momento se habla de un “derecho legal”, sino en todo caso de una práctica abusiva.

Sin embargo, la leyenda despega durante la Edad Moderna, sobre todo cuando se trata de justificar el presente “reinventando” el pasado. El derecho de pernada se convierte en arma arrojadiza entre protestantes y católicos, entre conquistadores y pueblos precolombinos, y sobre todo, poco antes de la Revolución Francesa, entre la Nobleza y el Tercer Estado en Francia.

Son muchísimas las obras literarias que recogen este supuesto derecho medieval (esa oscurantista y bárbara Edad Media de los Ilustrados), pero todas escritas varios siglos más tarde, como Las bodas de Fígaro de Pierre Caron de Beaumarchais, o la Scottorum historiae a prima gentis origine de Héctor Boece, en la que se inventa un supuesto rey escocés, Evenus, que supuestamente habría introducido este derecho en sus tierras. También George Orwell, en su obra utópica 1984, afirma que este derecho sería ostentado por los empresarios hacia las mujeres trabajadoras…

El mito, por tanto, ha hecho fortuna, para quien quiera seguir creyendo en el oscurantismo medieval o escribir novelas de éxito sobre ello. Aunque quien mire la Edad Media sin velos ideológicos, descubrirá que fue precisamente la época en la que “nació” el matrimonio canónico, con todas sus garantías hacia la libertad de los contrayentes a la hora de pronunciar su sí. ¿Alguien imagina que sería posible ese bárbaro “derecho” en un contexto semejante?

Basado en la conferencia del profesor Alessandro Barbero en Sarzana, que puede verse completa en este video de Youtube (en italiano) 

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