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¿Cuándo una niña deja de serlo?

Un día está jugando con muñecas y al siguiente, está pensando en salir sola con sus amigos y depilarse las piernas. Los cambios físicos son evidentes, pero hay otros signos reveladores que muestran que una niña se está convirtiendo en una adolescente.

Más allá de los cambios inherentes al crecimiento esperado, es importante que podamos acompañar a nuestras hijas en esos cambios y enseñarles que nunca pierdan la inocencia, la pureza de corazón y el querer mejorar. Una niña interior que las acompañará siempre.

Emociones fuertes y altibajos

Un signo de cambio es la presencia de sentimientos fuertes y emociones intensas. Estos altibajos emocionales que son repentinos pueden confundirla, hacer que malinterprete expresiones faciales, palabras o el mismo lenguaje corporal.

Las hormonas se disparan y pueden provocar cambios impredecibles en el humor o un llanto sin motivo aparente. A veces solo necesita llorar, expresar frustración y sacar esa emoción fuera. Podemos animarle a hacer alguna actividad física, ya que las endorfinas ayudan a mejorar los estados de ánimo.

Mayor independencia

Otro signo evidente es que necesita y empieza a exigir un espacio físico que antes no estaba tan delimitado. Ya no quiere ser acompañada como antes o pasa más tiempo en su habitación; camina un paso adelante en lugar de hacerlo a nuestro lado y quiere que la acerquemos a algún sitio pero que no entremos con ella.

Su creciente independencia significa que ya no pretende ese acercamiento físico como antes, especialmente con los padres. Esa independencia es respetable, pero eso no implica dejar de comunicarse con ella. Uno puede darle el espacio que necesita, pero no por eso dejar de estar presente o acercarse físicamente con abrazos.

Opiniones personales

Nuestra hija de pronto puede comenzar a discutir, rechazar ideas e incluso expresar su propia opinión. Puede decir algo impactante solo para ver cómo reaccionamos o simplemente para contradecirnos. En esos casos no vale la pena ponerse a la defensiva, sino escuchar respetuosamente mientras se le exige que mantenga el mismo respeto en la conversación.

Cuando tomamos en serio sus opiniones le estamos dando un impulso importante a su autoestima. Puede que estas sean más parecidas a las de sus compañeros que a las nuestras, pero es importante recibirlas. Haciendo esto tenemos la oportunidad de ayudar a mantener abiertas las líneas de comunicación y modelar formas positivas de pensamiento.

Modestia y sentido de la moda

Otro síntoma de cambio es el de una mayor conciencia sobre el pudor. Nuestra hija ya no quiere que entremos en el probador con ella cuando estamos comprando ropa. Busca una privacidad que es respetable y que tiene que saber que otros deben dársela también.

Comienza a querer tomar sus propias decisiones sobre qué ponerse y aumenta su interés por el maquillaje, por la ropa o por los zapatos de tacones altos. Nuestra guía es fundamental para encontrar el equilibrio porque no suele ser una etapa fácil a la hora de dar con las tallas correctas, los modelos acordes a su edad o los zapatos adecuados.

Metas a largo plazo

Un signo claro es cuando nuestra hija comienza a pensar más a largo plazo y a querer establecer metas para el futuro sin que nosotros estemos proponiendo todo el tiempo. Quiere tomar sus propias decisiones, incluso si no entiende las consecuencias de sus acciones.

De repente hay una mayor conciencia sobre el sentido del propósito y comienza a indagar en lo que valora y lo que quiere lograr. Hay una mayor conciencia sobre una misma y lo que le importa. Podemos ayudarle con dirección para que que vaya desarrollando su enfoque.

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