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Las sorprendentes 3 C de Fátima

Descubrí una destacada cita de san Juan Pablo II cuando estaba escribiendo la nueva publicación Fatima Family Handbook. Si hasta entonces sentía que el mensaje de Fátima era bastante bonito pero un poco pasado de moda y demasiado intenso, ahora ya no.

Cuando el papa Juan Pablo II llegó a Portugal para beatificar a dos de los tres pastorcitos que vieron a Nuestra Señora de Fátima este mayo hace cien años, se encontró con un montón de niños vestidos con traje tradicional.

“Queridos niños y niñas, he visto a muchos de ustedes vestidos como Francisco y Jacinta. ¡Se les ve muy lindos! Pero dentro de un rato o mañana ustedes cambiarán sus ropas y los pastorcitos desaparecerán. Ellos no deberían desaparecer, ¿deberían?”.

Entonces, él resumió las tres prácticas clave de Fátima que ellos debían iniciar, por la Iglesia y por las almas -prácticas que de manera sorprendente coinciden con devociones que muchos de nosotros hemos tomado recientemente, totalmente aparte de Fátima, y considerado frescas y nuevas.

Primero, san Juan Pablo II dijo a los niños: “Nuestra Señora necesita que todos ustedes consuelen a Jesús, que está triste por las cosas malas que le han hecho”.

El drama de Fátima empezó en 1916 cuando Francisco tenía 9 años y un ángel le visitó a él y a su hermana y prima tres veces, una vez llevándoles la Eucaristía. Su mensaje: “Consuelen a su Dios”.

A partir de entonces, la vida de Francisco “estuvo movida por un solo deseo”, dijo el Papa: “consolar a Jesús y hacerle feliz”.

Los grandes santos de nuestro tiempo estuvieron movidos por este mismo deseo, particularmente santa Teresa de Calcuta, en cuyas capillas estaban inscritas las palabras “Tengo sed” escritas en la pared junto al tabernáculo. La misión de la Madre Teresa era calmar la sed que Jesús tenía de amor.

Pero para muchos de nosotros “consolar a nuestro Dios” espiritualmente se expresa en la adoración eucarística en la que millones de personas responden ahora al requerimiento de Jesús de consuelo en Getsemaní: “¿Ni una hora pueden velar conmigo?”.

Las capillas de adoración perpetua eran raras y limitadas a algunas comunidades religiosas hasta que los primeros laicos empezaron a participar en ella en el siglo XX. Ahora se están haciendo comunes y el Vaticano identifica miles de capillas alrededor del mundo.

Francisco decía a menudo: “Quiero consolar a Jesús en el Santísimo Sacramento”. Un siglo después, muchísimos lo estamos diciendo.

Segundo, Juan Pablo II dijo a los niños en Fátima: “Jesús necesita sus oraciones y sus sacrificios por los pecadores”.

“La pequeña Jacinta sintió y experimentó personalmente la angustia de Nuestra Señora, ofreciéndose heroicamente como víctima por los pecadores”, explicó.

La vida de Jacinta estaba marcada por la visión del infierno que le mostró Nuestra Señora, donde ella vio lo horrible -y terriblemente común- que es para los pecadores rechazar a Dios, eternamente.

En el siglo entre medio, la devoción a la Divina Misericordia se convirtió en una de las devociones católicas más populares del mundo.

El infierno es la verdad tácita que da poder a la Divina Misericordia. Sin el “lago de fuego” que Fátima nos recordó, no necesitaríamos el “oceáno de misericordia” que santa Faustina reveló.

Tercero, san Juan Pablo II dijo: “Pidan a sus padres y profesores que los inscriban en la “escuela” de Nuestra Señora, para que ella les pueda enseñar a ser como los pastorcitos”.

Entonces les habló de la consagración a Nuestra Señora de san Luis de Montfort, diciendo: “Así fue como los pastorcitos se hicieron santos tan rápidamente”.

Hoy, la “total consagración a María” de Montfort ha crecido en popularidad, gracias al libro del padre Michael Gaitley 33 Days to Morning Glory, que muestra lo central que fue la figura católica más popular de nuestro tiempo.

Father Gaitley parece tener uno o más libro para cada una de las prácticas que pidió Juan Pablo II: Consoling the Heart of Jesus and 33 Days to Merciful Love, para principiantes.

En el librito, las llamo las 3 C’s de Fátima -consolación, conversión y consagración- y ofrezco prácticas maneras de vivir en familia cada una.

Si alguna vez Dios ha usado un altavoz para captar nuestra atención es con estas tres C, que ha estado repitiendo sin fin, usando todos los medios que ha encontrado.

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