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¿Es mejor rezar de pie?

Es importante tomar conciencia del cuerpo cuando uno reza de pie, en privado o en público. Los pies reposan bien planos sobre el suelo, juntos o ligeramente separados, plantados en el humus de nuestra humanidad.

Es bueno sentir este suelo que nos liga a la tierra, humildemente. La pelvis está derecha, para el equilibrio y la estabilidad. La parte posterior debe estar derecha, sin esfuerzo ni tensión.

La mirada puede estar centrada en una cruz o un icono, después cerramos los ojos para dejar hablar al corazón en silencio, al ritmo lento de la respiración, como un movimiento de amor.

Hay una geografía del cuerpo que recoge todo nuestro ser para ofrecérselo al Padre. Si se extienden los brazos, el cuerpo toma la forma de la cruz. Como un árbol arraigado en el suelo despliega sus ramas hacia el cielo, abrazamos el mundo con Cristo. ¿No hemos sido creados para abrir los brazos y para amar?

De pie, en el centro del cuerpo está el corazón, punto de unión de lo horizontal y lo vertical, alianza de la tierra y del cielo, reencuentro del exterior y del interior. María es una bella imagen de un corazón abierto y ofrecido. Stabat Mater, derecha al pie de la cruz, se eleva con el Hijo para no ser más que ofrenda, cuerpo y alma.

Las manos pueden tomar distintas actitudes: elevadas al cielo en gesto de ofrenda, dobladas sobre el pecho en signo de escucha, juntas para la atención a la presencia de Dios, con los dedos cruzados para la súplica o el recogimiento en Dios, con las palmas abiertas en signo de acogida,…

“Que mi oración ante ti se eleve como incienso, y mis manos, como ofrenda de la mañana” (Salmo 140,2)

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