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Bojayá (Colombia), una ciudad que es símbolo de esperanza

La iglesia de Bellavista en Bojayá, localidad en el departamento de Chocó, sigue siendo centro de recuerdos de dolor, pero al mismo tiempo, en la actualidad, una señal de esperanza. Hace 15 años el lugar fue escenario de uno de los capítulos más sangrientos vinculados al combate entre paramilitares y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

En aquel momento, en una noche de mayo de 2002, esta iglesia se transformó refugio de cientos de pobladores luego de un intenso fuego cruzado que duró horas y que culminó con el peor de los desenlaces: la muerte de al menos 79 personas luego de la caída de un cilindro bomba que rompió el techo y cayó sobre los ahí presentes.

En el medio del terror, muchos pudieron huir a través del río, pero otros aún mantienen vivo el recuerdo de aquel día y en sus retinas permanece la imagen de muerte y destrucción.

“Mucha gente corrió hacia atrás de la iglesia, donde hay una ciénaga, y otros huyeron hacia un corregimiento de nombre La Loma. Decidí quedarme porque era mi deber como sacerdote y, además, porque tenía que ayudar a salvar vidas”, expresó para un reportaje desarrollado por El Tiempo quien era el párroco en aquel momento, el padre Antún Ramos.

El propio sacerdote subrayó que la situación no fue para nada fácil de entender de parte de los pobladores cómo fue posible que sucediera esto en la casa de Dios.

“La gente cuestionó mucho su fe, pero yo no, ya que gracias a Él estoy vivo, porque en el momento en que estalló la pipeta, una persona que se puso de pie para ir al baño recibió toda la onda explosiva y lo despedazó. Su cuerpo me protegió: Ese recuerdo me duele, pero así fue. De todos modos, pese a las circunstancias, creo que la mayoría de la gente conservó la fe en Dios y sentían que Él estaba con ellos”, agregó.

Pasaron los años y la vida del pueblo tuvo que seguir. El anhelo de paz de este pueblo conformado mayoritariamente por campesinos y humildes trabajadores se fue incrementando.

Incluso, en 2015, la guerrilla de las FARC reconoció su responsabilidad en la masacre y le pidió perdón al pueblo, gesto interpretado en aquel momento como semilla de reconciliación.

Es por ello que los acuerdos de paz entre el gobierno y las FARC que se firmaron en 2016 fueron más que significativos para sus habitantes, quienes respaldaron el proceso con una amplia mayoría a favor del “Sí” en el plebiscito.

“Yo me metí a fondo con el plebiscito por el ‘Sí’ desde el púlpito, porque soy de los que cree que es mejor tener la paz que tener la razón”, sentenció Antún, quien al mismo tiempo se expresó crítico con quienes no apoyaron el proceso.

Para este año, primer aniversario de aquella masacre luego de las firmas de los acuerdos de paz, las autoridades empezaron a realizar varias acciones conmemorativas, entre ellas la exhumación de cadáveres sin identificar para poder alcanzar de vez por todas la verdad sobre el total de los fallecidos.

Pero quien también se ha mostrado al lado de las víctimas y la gente -cargando el  dolor y la esperanza- es la imagen de un Cristo mutilado (quedó así luego a raíz de la explosión de aquel día), el mismo que acompañó la procesión de las últimas horas en memoria de las víctimas.

Actualmente, Bojayá tiene la mirada puesta en el futuro. La vida sigue y está llena de esperanza para las nuevas generaciones que empiezan a dejar de preocuparse de las bombas y empezar a pensar en cómo progresar de la mejor manera. Algunos con el trabajo y otros con sus estudios.

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