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Adopciones frustradas? ¿Por qué sucede y cómo evitarlo?

Adoptar a un niño es un acto de amor y generosidad, pero también puede ser fuente de sufrimiento para padres e hijos. Se calcula que sólo en España, el 8% de las adopciones termina con la devolución del niño adoptado a los servicios sociales; también sucede en Holanda (5%), Suecia (6%) y Gran Bretaña (11%), sobre todo cuando el adoptado enfrenta la etapa de la adolescencia.

Se trata de una realidad muy dolorosa tanto para los padres -que acogieron a ese niño con todo su amor y que han hecho todo lo posible por sacarlo adelante, hasta que la convivencia se hace imposible- como para los chicos, que viven un segundo -y más trágico- abandono. ¿Cómo evitar llegar a este extremo?

El tema de las adopciones toca una de las esferas mas intimas del ser humano: La esfera afectiva, la relación de pareja, la relación padres-hijos. Educar a los propios hijos naturales es ya una empresa que implica todas las energías y la propia vida por parte de los padres; imaginen cuando se trata de un hijo con el que no se comparte carga genética, cuyo historial médico puede desconocerse y que puede haber tenido experiencias traumáticas en sus primeros años de vida…

En los últimos años, en las consultas de psiquiatría y de psicología de la infancia y la adolescencia se atienden más casos de alteraciones en niños adoptados. La adolescencia es el momento crucial: incluso un niño que se adaptó bien a su nueva familia y nunca “dio problemas”, podría “dar la sorpresa” adoptando conductas arriesgadas o antisociales, que ponen en situaciones muy difíciles a sus padres adoptivos.

¿Cuál es la razón? Según explicaba al diario español La Vanguardia la doctora Conxita Puig, psiquiatra infanto-juvenil y especialista en trastornos de niños adoptados, los primeros años después de la adopción, cuando el niño está adaptándose a su familia de acogida, los mayores problemas suelen ser relacionados con la salud y el aprendizaje: si crece bien, si tiene problemas de salud, si le cuesta adaptarse a la escuela…

Pero al llegar a la adolescencia, se pone de manifiesto con mayor crudeza lo que los especialistas llaman el “trastorno del vínculo”: la falta de afecto sufrida en los primeros años de vida, especialmente si el niño sufrió malos tratos o abusos; la búsqueda de la propia identidad, el miedo al abandono, la desconfianza hacia los adultos… todo ello puede convertirse en un cóctel altamente explosivo

Los hijos adoptados tienen un componente genético que no es el de los padres adoptivos. No son pocos los casos en los que, después de años de crecimiento, a veces meses, los padres adoptivos empiezan a descubrir facetas de la personalidad del hijo que no habían notado ni imaginado anteriormente. Ven comportamientos que nunca esperarían de sus hijos, reacciones en las que no se reconocen como padres.

Hay que tener muy presente que adoptar a un hijo convierte a los adoptantes en padres ante la ley: no hay “marcha atrás”. Si los problemas de convivencia llevan a los padres a llevar a su hijo adoptado a los centros de tutela de menores, ese hijo sigue siendo “su hijo” legalmente, igual que un hijo biológico.

Es fundamental, para las parejas que han decidido adoptar con un enorme gesto de amor, informarse y dejarse guiar por expertos en el tema de la psicología y la pedagogía evolutiva. Muchas veces no basta la buena voluntad para conducir con buen resultado algo tan complejo como la educación de un hijo, y más aún cuando el hijo es fruto de una adopción.

El cambio más fuerte por parte de los hijos adoptados (también en los no adoptados, pero no de una forma tan dramática) esta en la búsqueda de la propia identidad y en la necesidad de saber la historia de su propio origen. En un niño adoptado, incluso contando con todo el afecto de los padres adoptivos, esta búsqueda puede transformarse en un camino doloroso que requerirá aceptación, comprensión y ayuda por parte de los padres y de los educadores.

Problemas afectivos, vacíos de amor, incomprensión del pasado, sentimiento de injusticia hacia ellos, quizá también diversidad de color o de cultura etc, hace que los niños adoptados desde pequeños con tanto amor hoy se transformen en seres que no se logra gestionar, que no se sabe cómo amar y que causan también mucho dolor y sentido de impotencia.

Ante todos estos cambios difíciles de gestionar, los padres podrían incluso llegar a arrepentirse de haberle adoptado. Tener este tipo de sentimientos puede ser bastante normal. El cansancio, la falta de experiencia, el miedo de no saber como reaccionar ante ciertos comportamientos etc. pueden llevar a la desesperación y a la idea de no continuar con esta buena acción que un día se emprendió por amor.

El modo mejor de afrontar esta realidad es acudir ayuda de especialistas en psicología, que preparen a los padres a afrontar estos problemas antes de que se conviertan en insuperables. 

Consejos prácticos. ¿Qué hacer de manera preventiva cuando el hijo adoptado da signos de desadaptación?

Muchas veces el problema son las expectativas de los padres que adoptan hijos y la falta de información. La adopción es un camino lleno de sorpresas y sacrificios, pero por otra parte, la misma motivación de amor que llevó a la pareja a tomar la decisión de adoptar, seguramente será fuente de afecto y esperanza para el resto de la vida de todo el núcleo familiar.

Artículo realizado en colaboración con Javier Fiz Pérez, Psicólogo, Profesor de Psicología en la Universidad Europea de Roma, delegado para el Desarrollo Cientifico Internacional y responsable del Área de Desarrollo Científico del Instituto Europeo de Psicología Positiva (IEPP).

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