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¿Quién eres realmente? Conócete mejor en tres sencillos pasos

Si alguna vez te sorprendiste a ti mismo o misma, por algo que hiciste, pensaste o dijiste, entonces este artículo es para ti. Porque eso quiere decir que probablemente no sabes de lo que eres capaz. Y, si tú no lo sabes, ¿quién si no?

“Nadie te conoce mejor que tú mismo”.

“Tú sabes lo que es mejor para ti”.

“Eres el mayor experto en tus propios intereses”.

¿Estás de acuerdo con estas declaraciones? Bueno, pues no son del todo ciertas.

Magda, una mujer de 38 años especialista en logística, describe lo que le sucedió durante las tensas negociaciones de un contrato importante para su empresa: “Me molesté mucho y le grité al hombre en el extremo de la mesa, ‘¿Sabes cuál es tu problema? Que no estás preparado en absoluto’. Un comportamiento así de agresivo nunca ha sido mi estilo”, confesó. “Me sorprendí mucho de mí misma”.

Más tarde, una amiga le dijo: “De inmediato supe que harías eso”. Magda se quedó de piedra por que su amiga estuviera tan segura de ello y pareciera saber algo de ella que ni siguiera ella misma sabía.

Lo cierto es que sabemos muy poco de nosotros mismos: de dónde venimos, cuáles son nuestros intereses y capacidades (aunque, sobre todo en lo referente a la forma física, pueden estar sobrestimadas). No conocemos nuestras reservas interiores hasta que las ponemos a prueba. ¿Cómo sabes si invitarías a tu hogar a un sintecho o a un refugiado si nunca has estado en esa situación? ¿Cómo te comportarías en un momento difícil, por ejemplo, si descubrieras que una persona cercana a ti está gravemente enferma? En lo referente a las cuestiones de la mente, no somos capaces de rastrear nuestros procesos mentales; ni siquiera es lógicamente posible.

Así que, ¿cómo conseguir conocerte un poco mejor?

“Dime lo que piensas de verdad… ¿Qué admiras de mí y qué te molesta? ¿Recuerdas algún momento en que te sorprendiera o decepcionara o divirtiera?”. Hacer preguntas es la única forma de intentar conocerte mejor. No obstante, este conocimiento podría ser insuficiente como para marcar una diferencia, según afirma el estudio de la doctora Hanna Brycz, una psicóloga de la Universidad SWPS de Ciencias Sociales y Humanidades. Los sujetos del estudio debían determinar si ellos u otras personas manifestaban ciertos comportamientos. Resultó que más del 80 % de las personas podía valorar correctamente el comportamiento de otras personas, pero en lo referente a juzgarse a sí mismas, el 80 % erraba en el intento. Además, buscaron esa información y experiencias en sí mismos para dar una buena imagen de sí mismos. Así que, ¿qué lección se extrae de aquí? Que tendemos a tener una buena opinión de nosotros mismos, pero no una opinión muy precisa. Los psicólogos creen que las personas piensan bien de sí mismas para mantener una comodidad psicológica.

Más concretamente, conclusiones de las tareas que conseguiste (o no) completar. Una buena forma de hacerlo es salir de tu zona de confort. Por ejemplo, una persona que detesta hablar en público supera su miedo cada vez que toma la palabra para dirigirse a un gran grupo. ¿Recuerdas el miedo que te causaba tirarte en bici por esa cuesta tan larga? ¡Pero lo hiciste! ¿Qué dice eso de ti? Si siempre te quedas dentro de tu zona de seguridad, lo más probable es que no llegues a conocerte bien. ¡Y no te divertirás!

Existe la posibilidad de que si repasas tus experiencias con una mirada sincera, salgas fortalecido y con la autoestima más alta, incluso si encuentras algunos puntos que no te favorezcan mucho.

Es mejor aprender de uno mismo en el contexto de la relación con los demás. Pero la mayoría de las personas no son una fuente objetiva de este tipo de información o quizás la limiten a un área específica, como el tipo de trabajador, jefe o compañero que eres. En las relaciones diarias no aprendemos nada nuevo, porque tendemos a repetir situaciones o relaciones. Una persona que de pequeña recibía todos los cuidados posibles de sus padres probablemente entre en una relación similar con su pareja. Alguien que se pasa toda su infancia luchando por la atención de sus padres, compitiendo con los hermanos, siempre intentará demostrar que es la mejor vendiendo, por ejemplo, o que tiene las mejores ideas en su entorno profesional, y considerará a sus compañeros de trabajo como rivales.

Muy a menudo, la terapia, en especial la terapia de grupo, o participar en formación de habilidades interpersonales, parece la mejor manera de lograr conocernos mejor.

Este artículo se publicó originalmente en la edición polaca de Aleteia.

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