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Estrategias inteligentes de alimentación para vacaciones

Mis hijos están de vacaciones por primavera y muchos de nuestros amigos están de viaje. Estamos atrapados al sur de California, aburridos como de costumbre sin nada que hacer. Es broma. Hay millones de cosas que podemos hacer para divertirnos con el buen clima, pero por ahora no podemos ir a ningún sitio y nuestros hijos empiezan a mirarnos raro. Sin embargo, todo esto me hizo pensar en todos los que queréis ser fieles a vuestra dieta saludable mientras estáis de vacaciones, ya sea en primavera, verano o cuando sea que salgáis de viaje.

Por loco que parezca, es algo que también me pasa a mí, que soy nutricionista. Una de las bellezas del horario escolar es que podemos ceñirnos a una estructura donde planificar las comidas. Te sales de ese horario y ese hábito de alimentación saludable de comer cada 3-4 horas y toda esa planificación de comidas se van al garete.

Pero no tienes por qué saltarte toda una semana de plan de alimentación sana. La clave para mantener un buen rumbo nutricional durante las vacaciones es tener unas cuantas opciones rápidas listas para comer que funcionarían como comidas hasta que de hecho podáis sentaros a comer de verdad el almuerzo o la cena.

Haz variaciones sobre tu plan lo mejor que puedas. Algunas de las cosas más importantes que hay que recordar, sobre todo en vacaciones, son: beber abundante agua o incluso más de la habitual; añade un suplemento multivitamínico a la semana; lleva probióticos contigo para ayudarte a estimular tu sistema inmune e intenta comer fruta fresca y verduras con cada comida y aperitivo.

Y ahora veamos la comida, que no tiene por qué ser tan difícil:

Come dos huevos, una tostada de pan de cereal germinado y algo de fruta fresca. Si estás de vacaciones incluso puedes añadir tocino para darte un capricho.

Un puñado de frutos secos tostados o crudos, más una manzana o una pera. Si no, una barra de proteínas y un puñado de uvas o media manzana.

Escoge una opción saludable en el hotel o en el restaurante o improvisa una ensalada rápida o un bocadillo. Más abajo hay más opciones saludables para los restaurantes.

Verduras crudas y pan de pita de trigo integral y humus. O cualquiera de las opciones anteriores.

Pasa por la plancha algún alimento de proteína magra y acompáñalo con verduras asadas o a la plancha y una ensalada con una mazorca de maíz a la parrilla. O echa un vistazo a las sugerencias de cena saludable más abajo…

En lo que respecta a comer fuera, no te cortes a la hora de interesarte por los detalles de la comida. Pregunta sobre el menú si no tienes claro cómo se prepara algún plato, qué contiene o cómo se adereza (aliños, salsas…). Por lo general los restaurantes añaden a los platos más cantidad de lo normal de grasa, sal y azúcar para que sepan mejor. Asegúrate de pedir que no se cocine con mantequilla, que mantengan la sal a raya y que sirvan las salsas y aliños por separado.

No te preocupes por lo que los demás piensen de cómo o qué pides. Para un camarero o una camarera, que hagan pedidos especiales es de lo más normal. En cuanto a tus amigos y familiares, que no te hagan sentir vergüenza por hacer elecciones saludables. Quién sabe, quizás admiren la dedicación que le pones a tu estilo de vida sana y les inspire a pedir lo mismo.

Pon control en las raciones. Los restaurantes tienen la mala fama de doblar o incluso cuadruplicar el tamaño de las raciones. Aprovecha esto mismo para compartir los platos. Pide al camarero que os ponga lo que sobre de comida para llevar o que de entrada guarde la mitad de la ración en un envase para llevar.

¡Y no olvides dejar propina! Sinceramente, no puedo recordar la última vez que comí fuera y simplemente pedí algo del menú sin añadir ningún ajuste personal, y la colaboración del restaurante siempre es de agradecer. Puedes hacerlo, tu cuerpo y tu mente te lo agradecerán.

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