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“Nada justifica las víctimas inocentes en Irak y Siria”

En Irak y en Siria cae «sobre cientos de miles de niños inocentes, de mujeres y de hombres la violencia terrible de sangrientos conflictos, que ninguna motivación puede justificar o permitir». Allí «nuestros hermanos y hermanas cristianos, además de diferentes minorías religiosas y étnicas están, desgraciadamente, acostumbrados a soportar cotidianamente grandes pruebas». Lo dijo el Papa, implorando que se acabe esta situación, en el discurso que pronunció hoy al recibir en el Vaticano a Mar Gewargis III, Catholicos de la Iglesia asiria de Oriente. El Patriarca, que fue Metropolita en Irak y Jordania, propuso un encuentro internacional de todos los patriarcas y primados de las Iglesias apostólicas en Medio Oriente y recordó cuando Juan Pablo II le confió su amargura por no haber podido frenar la intervención estadounidense en Irak en 2003: «Yo traté de hacer todo lo que estaba en mi poder para evitar este desastre. Pero estos políticos no nos comprenden y nosotros no los comprendemos».

Este encuentro de oración «invoca el don de la paz por lo que está sucediendo en Oriente Medio»: fue éste en síntesis el primer pensamiento que Papa Francisco  expresó a Mar Gewargis III,  Patriarca Catholicos de la Iglesia Asiria de Oriente, con quien mantuvo un encuentro, seguido de un momento de oración conjunta en la Capilla Redemptoris Mater,  en la mañana de este tercer jueves de noviembre.

Francisco manifestó consternación por lo que continúa a suceder en Medio Oriente, especialmente en Siria e Irak. El Papa imploró el fin de «tanto dolor» y evidenció cómo estos cristianos recorren el camino de la cruz, «siguiendo con mansedumbre las huellas de Jesús». «Estos hermanos son modelos que nos exhortan en toda circunstancia a permanecer con el Señor» e indican, explicó Francisco, que al «centro de nuestra fe está siempre la presencia de Jesús que nos invita, aun en las adversidades, a no cansarnos de vivir su mensaje de amor, de reconciliación y de perdón». También expresó gratitud a estos hermanos porque «nos empujan a seguir el camino de Jesús para derrotar la enemistad».

El Pontífice se refirió además a los «sólidos vínculos fraternos» que subsisten entre las dos Iglesias, y, recordando la Declaración Cristológica Común firmada por Juan Pablo II y el Patriarca Catholicos Manr Dinkha IV, constató cómo esta «meta histórica» ha abierto el camino de la peregrinación común hacia la «plena comunión», «camino –agregó- que tengo intención de proseguir», confirmando el compromiso de la Iglesia Católica «para que el diálogo pueda avanzar». Al respecto, Francisco expresó su deseo de que «la Comisión conjunta para el diálogo teológico entre la Iglesia Católica y la Iglesia Asiria de Oriente pueda ayudarnos a allanar el camino».

El Obispo de Roma manifestó asimismo su esperanza de que esta cercanía entre las dos Iglesias sea «levadura de unidad» porque, aseguró, «estamos llamados a obrar juntos en la caridad dondequiera sea posible, para que el amor indique el camino de la comunión».

«Nos hará también bien —prosiguió el Papa— renovar la memoria común de nuestra actividad evangelizadora», y en este sentido recordó que los grandes evangelizadores de entonces, santos y mártires de todo tiempo, «nos exhortan y nos acompañan ahora a abrir juntos caminos fecundos de comunión y de testimonio».

Al final del del discurso, el agradecimiento afectuoso del Pontífice al Patriarca Gewargis III por su visita y por el «don de rezar juntos». 

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