“Nacida dos veces”: Bebé sin nacer salvada de un tumor mortal lleva esperanza al mundo
“Nacida dos veces” es como describe The Washington Post a la bebé Lynlee Boemer.
Lynlee se salvó de un cáncer mortal cuando los médicos la sacaron del útero de su madre a las 23 semanas de embarazo para realizar una delicada operación. Luego la devolvieron al útero para continuar su gestación.
Margaret Boemer ya había perdido a la gemela de Lynlee a las seis semanas y había sufrido un aborto natural en un embarazo anterior.
“Al poco, los médicos llegaron a Boemer con más noticias nefastas: el bebé que traía tenía teratoma sacrococcígeo, un tumor raro que apareció en la base del coxis del bebé”, informaba The Washington Post. “Si seguía descontrolado, el tumor podía continuar sustrayendo el suministro sanguíneo del bebé y llegar a provocar un fallo cardiaco”.
Los médicos aconsejaron a los padres, una pareja de Texas, que acudieran a hospitales especializados de Houston para ver opciones adicionales. Uno de esos hospitales “recomendó encarecidamente” el aborto. Realizar cirugía fetal abierta era demasiado arriesgado, decían los médicos.
Mientras tanto, médicos del hospital infantil Texas Children’s Hospital examinaron el tumor con un optimismo cauto. Coincidían en que era necesaria cirugía in utero, y resultaba que había dos médicos allí, Darrell Cass y Oluyinka Olutoye, que habían llevado a cabo este procedimiento con éxito siete años antes.
Explicaron a Boemer que, en efecto, sería extremadamente peligroso. Pero a las 20 semanas de embarazo, el tumor era ya casi tan grande como el feto, y casi cuatro veces más grande de lo que sería considerado el límite para la intervención quirúrgica, comentó Olutoye.
“[El tumor] estaba sometiendo a gran presión al corazón de Lynlee”, explicaba Boemer, de 38 años. “El objetivo era llegar a las 24 semanas”.
A las 23 semanas, el tumor había crecido lo suficiente y los médicos devolvieron a Boemer al Texas Children’s Hospital de Houston.
“Llegué allí pensando: ‘Estaré toda la semana aquí haciéndome pruebas’”, recordaba Boemer. Pero en vez de eso, los médicos le dijeron que Lynlee podría no sobrevivir dos días más sin intervención. “Entré en cirugía aquella noche”.
Los doctores Cass y Olutoye recibieron la ayuda de un equipo de 20 personas para una cirugía de cinco horas.
La mayor parte del tiempo la dedicaron a realizar meticulosas incisiones en el útero, para luego extraer cuidadosamente la parte inferior del cuerpo de Lynlee.
A mitad del procedimiento, el corazón de Lynlee se detuvo y necesitó reanimación; además de una transfusión de sangre. (…)
Después de eliminar cerca del 90% del tumor, los cirujanos devolvieron a Lynlee al útero materno. Cerrar el útero también fue muy delicado. Los médicos tenían que sellar la membrana al útero de forma tan resistente como para que pudiera — incluso después de 23 semanas— continuar estirándose a medida que progresaba el embarazo.
Ordenaron a Boemer que permaneciera en Houston, en reposo en cama, durante lo que restaba de embarazo. Para alivio y sorpresa de los médicos, Lynlee siguió desarrollándose.
“Su corazón mejoró mucho, ahora que no tenía que trabajar tan duro para bombear sangre a su enorme tumor”, indicó Olutoye.
El 6 de junio, Lynlee nació por cesárea. Emergió “cantando”, con un peso de 2 kilos y medio.
“Ver a Lynlee salir llorando y pataleando (…) fue un momento muy emocionante”, dijo Olutoye.
“Podría decirse que ha visto el mundo dos veces”, añadió.
Ya que tuvo un segundo nacimiento, también recibió un segundo nombre. Los Boemer añadieron otro nombre tras el de Lynlee en su certificado de nacimiento: Hope, Esperanza.
Lynlee fue sometida a más cirugía para retirar el resto del tumor y necesitará volver regularmente para revisiones.
“Vamos a conocernos muy bien”, dice Olutoye a todos sus pacientes, de los que afirma a menudo que conoce desde “antes de que nazcan (…) hasta que llegan a adultos”.
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