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 La salud no es un bien de consumo, sino un derecho universal

 La salud no es un bien de consumo, sino un derecho universal

El Observador |

En días pasados ha tenido lugar el Encuentro del Equipo Latinoamericano y Caribeño de la Pastoral de la Salud, del Departamento de Justicia y Solidaridad (DEJUSOL) del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), del 21 al 24 de octubre de 2016 en el Centro Camiliano de Humanización de la Salud, en Bogotá, Colombia. Al finalizar el encuentro, los participantes expresaron su solidaridad “con todas las Iglesias Locales y los pueblos de nuestro Continente que están golpeados por graves amenazas al derecho a la salud”.

En el comunicado, los responsables –en voz de Monseñor Gustavo Rodríguez Vega, Arzobispo de Yucatán y Presidente del DEJUSOL– externaron su “preocupación, indignación y repudio por la crítica situación de los derechos sociales en nuestros países, de manera especial las situaciones que viven Brasil, Haití y Venezuela”.

Brasil: recorte presupuestal en salud

El DEJUSOL se solidarizó con los obispos brasileños, quienes recientemente manifestaron su preocupación por el escenario de retroceso de los derechos sociales en Brasil, denunciando que las propuestas de algunas Reformas y sobre todo por una Propuesta de Enmienda Constitucional, que establece un límite máximo a los recursos públicos para las políticas sociales por 20 años (congelación de presupuesto), y ponen en riesgo los derechos sociales del pueblo brasileño, sobre todo los de los empobrecidos. “No es justo equilibrar las cuentas recortando las inversiones en los servicios públicos que atienden a los más pobres”, señalan.

Haití: la emergencia no termina

Respecto a Haití, la DEJUSOL subraya que las catástrofes naturales y la precaria situación económica, política y social tienen a la población viviendo en condiciones deshumanizadas, con enormes dificultades para la reconstrucción de infraestructura y para el acceso a las condiciones básicas de salud, nutrición y salubridad. También señala la alta morbimortalidad infantil, “como consecuencia de enfermedades ocasionadas por falta de acceso a los servicios públicos y a la desnutrición, es un grito que clama al cielo, un pecado estructural por el cual todos debemos pedir perdón e implorar la Misericordia de Dios”. Además denuncian que las ayudas enviadas al país caribeño “no llega oportunamente a los más necesitados, la situación tiende a empeorar día a día y no se vislumbra acciones suficientes y concretas para la reversión de esta grave realidad”.

Venezuela: crisis humanitaria

El equipo Latinoamericano de Pastoral de la Salud refiere la dolorosa situación que vive el pueblo venezolano, “que atraviesa por una crisis humanitaria que niega los derechos a la alimentación y a la salud a las grandes mayorías”. Y relatan cómo los venezolanos y venezolanas deben hacer diariamente largas filas para conseguir unos pocos alimentos que no son suficientes para el abastecimiento familiar; además denuncian “la inflación más alta del planeta”, que ha incrementado los índices de desnutrición infantil y es caldo de cultivo para el deterioro de la salud.

En el país sudamericano hay una preocupante “falta de medicamentos esenciales que está generando muertes fácilmente prevenibles, especialmente de niños, ancianos y mujeres en estado de gestación. A la par el grave deterioro del sistema de salud, no garantiza la atención médica, ni la vida, especialmente a los enfermos más pobres”.

En el documento se acusa que el Estado venezolano se niega a decretar la emergencia humanitaria y aceptar la donación de medicamentos que han sido ofrecidos por varias naciones y organismos internacionales. “Enfermarse en Venezuela se ha convertido en un delito”, dice tajantemente. “La crisis política, económica y social está desencadenando una gran violencia y una desesperanza generalizada. Un país democrático debe respetar y garantizar los derechos de aquellos que piensan diferente”.

Falta de acceso a medicamentos

La Pastoral de la Salud acusa como un problema común a todos los países del Continente, la falta de acceso a los medicamentos esenciales y la guerra de las grandes empresas monopólicas a los medicamentos genéricos. Del mismo modo y en plena sintonía con la Encíclica Laudato Sii reconoce que el cambio climático, el calentamiento global y las diversas amenazas contra nuestra Casa Común, deterioran también la vida y la salud de los seres humanos porque «no hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental» (n. 139), que demanda el compromiso de todos los discípulos misioneros con una ecología integral”.

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