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Huir de la guerra y encontrar la libertad con la ayuda del café

Estuvo de ambos lados de la trinchera, tanto en filas del Ejército Nacional de Colombia como de las Fuerzas Revolucionarias Armadas de Colombia (FARC). Conoció los pormenores de un conflicto añejo que vive momentos de definición en el país. Fueron 14 años duros, pero en el fondo, tal cual él mismo reconoce, “no le dejaron nada”.

Llamémoslo “Carlos” (nombre elegido por El Tiempo de Bogotá para poner al resguardo su identidad para un especial sobre Historias de Desmovilizados de Colombia).

Mientras trabajaba como campesino en la región colombiana de Putumayo fue alistado como soldado raso en el Ejército de Colombia en primera instancia durante dos años y luego continúo otros cuatros como profesional.

Pero al poco cambio se empezó a meter de forma paulatina en las FARC enseñándoles a los guerrilleros tácticas de guerra. Estuvo con ellos durante ocho años y con el correr de los años llegó a reflexionar que era muy triste haber sido de la ley para después huir de ellos”. “Esos ocho años no me trajeron nada bueno”, comenta.

El punto de inflexión para decidir de forma definitiva abandonar al grupo guerrillero fue cuando se enteró de que querían reclutar también a sus hijastros. Al principio cuando intentó escapar recibió amenazas y se vio obligado a vincularse a un programa de reintegración del gobierno para salir de una vez por todas y para siempre de aquel infierno personal.

Hoy en día “Carlos” quiere dar vuelta la página y está enfocado en un nuevo desafío: comercializar su propia marca de café.  Para ello desde hace unos años compró algunas tierras para instalarse y dedicarse a esto.

“Quiero tostarlo, molerlo y comercializarlo yo mismo, que es lo que deja plata. Ojalá algún día se den las cosas, poder sacar el café terminado y que lo echen a la olleta no más”, expresó “Carlos”.

A través de esta tarea y nueva metas Carlos encontró la libertad y la paz tan ansiada.

“Estoy contento con mi vida ahora, no hay cosa mejor que la libertad, sin andar pidiéndolo permiso a nadie, sin estar sometido. Vivo alegre”, señala. Es que durante el tiempo que estaba vinculado tanto al Ejército como a las FARC estaba sometido a presiones, castigos, reglas muy estrictas, entre otras.

“Carlos” da testimonio de lo peor de la guerra en su país y ahora está expectante con el proceso de paz y anhela pronta solución en el entendido de que la guerra no trae más que “sangre, muerte y desapariciones”.

En ese sentido, “Carlos” se atreve a realizar un fuerte llamado a la sociedad civil para que “perdone y acepte a los guerrilleros que quieren cambiar de vida”.

“Si la gente común que es gente estudiada y preparada también comete errores, ahora uno por falta de educación, de tener una mente más abierta, más pensada, más fácil comete más errores”, concluyó en diálogo con El Tiempo.

El mensaje final de “Carlos” es conciliador y representa la voz de quienes también fueron víctimas de lo peor que puede tener una guerra. Pero Carlos decidió mirar hacia adelante, pensar en su futuro y en el de su familia. Ahora implora para que la sociedad también pueda perdonar a aquellos que se equivocaron y quieren cambiar de vida.     

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