5 excelentes razones para cocinar en familia
Cocinar en familia, con niños y jóvenes, es una propuesta exquisita para que padres e hijos se diviertan realizando diferentes platos. Dejar que los pequeños prueben ser los chefs de la familia es a la vez es una gran oportunidad para fomentar de modo práctico los buenos hábitos alimenticios y el uso adecuado y responsable de los alimentos.
Las familias, como unidades básicas de la sociedad, son el lugar privilegiado para la educación, el lugar de crecimiento. En la familia encontramos seguridad y uno de los vínculos afectivos más poderosos. Así que es también el lugar donde podemos desarrollar actividades lúdicas y divertidas entre todos los miembros y donde podemos reflexionar sobre múltiples temas.
A través del diálogo, padres e hijos se conocen mejor, conocen sobre todo sus respectivas opiniones y su capacidad de verbalizar sentimientos.
Una de las actividades más enriquecedoras para realizar en familia es cocinar con los niños, ya que mientras juegan a elaborar deliciosas recetas aprenden y adquieren conocimientos:
· Desde pequeños están en contacto con los alimentos y los hábitos de alimentación saludables.
· Aprenden a divertirse de una manera sana.
La alimentación es uno de los pilares fundamentales de la salud del individuo y más relevante aún si hablamos de los niños, ya que a través de ella reciben la energía y los nutrientes necesarios para su crecimiento y desarrollo. Tenemos que enseñar a niños y jóvenes que cuidar nuestro cuerpo es importante: es casi una obligación.
El período escolar es una etapa marcada por un gran desarrollo físico e intelectual, periodo de adquisición constante de capacidades y destrezas. Por tanto, es este momento el más oportuno para inculcar y cimentar unos correctos hábitos alimenticios y un estilo de vida saludable que van a definir en gran medida la salud actual del niño y la salud del adulto en el que se convertirá.
Además como adultos responsables y padres de familia, cuando cocinamos debemos inculcar a los niños y jóvenes la idea de que los alimentos no deben desperdiciarse.
Según datos del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente de España (http://www.alimentacion.es/es/alimentacion-responsable/), en el periodo comprendido entre octubre de 2014 y septiembre de 2015 los hogares españoles tiraron a la basura 1.325,9 millones de kilos de alimentos, lo que representó un volumen de 25,5 millones de kilos de alimentos desperdiciados a la semana.
La proporción del desperdicio en los hogares españoles es del 4,53% sobre el total de los alimentos comprados al año y las frutas, verduras y pan fresco son los alimentos más desechados, representando el 48,1% del volumen de desperdicios.
Cada uno en su familia puede ayudar, en pequeña medida, a que estas cifras cambien siguiendo una serie de consejos para reducir el número de desperdicios:
· Servir raciones con el tamaño adecuado, no comer con los ojos y ponernos más comida de la que vayamos a comer.
· Almacenar y conservar los alimentos adecuadamente (en la nevera, congelador,…)
· Planificar el menú semanal y evitar la improvisación.
· Hacer una compra responsable: revisar la despensa y el frigorífico. Hacer una lista y comprar sólo lo necesario.
· Tener cuenta el presupuesto para la compra semanal porque ¡tirar comida es tirar dinero!
· Intentar comprar productos de temporada y consumir la comida por orden de entrada, la más antigua primero.
· Si comemos en la oficina es mejor llevar nuestro propio recipiente reutilizable. ¡Nos ayudará a ahorrar dinero aprovechando los alimentos sobrantes!
· Si comemos en el restaurante, podemos pedir al camarero que pongan las sobras en un envase para llevarnos a casa.
· Depositar en la basura sólo los alimentos que sea imposible aprovechar.
· Siempre podemos aprovechar las sobras con creatividad y atrevernos con nuevas recetas.
Algunos alimentos pueden acabar en la basura, a pesar de ser perfectamente comestibles. ¡No los tiremos! Con la fruta demasiado madura podemos preparar batidos o tartas, con las verduras un poco mustias, cremas o sopas, y los restos de muchas comidas sirven para la base de croquetas, que luego pueden congelarse.
Hasta las migas son útiles: Podemos reutilizar el pan y la bollería para confeccionar nuevos platos: gazpacho, sopa de ajo, sopa castellana, sopa de cebolla, migas, pan rallado para rebozar, pan frito para añadirlo en cubitos a ensaladas, purés y sopas, exquisitas torrijas, picatostes cubiertos de azúcar o miel, puddings, tartas,… Así enseñamos a nuestra familia que hasta las cosas pequeñas, como las migas de pan, son importantes.
Hace unos días en el Colegio Canigó de Barcelona se celebró por tercera vez consecutiva, un concurso de cocina denominado “Little Chef”. La finalidad del concurso, que también se celebra en otros colegios, es promocionar los hábitos saludables entre los pequeños y sus familias, utilizar productos de proximidad, fomentar la creatividad y la diversión en familia.
Es una formidable iniciativa para promocionar la buena alimentación entre el público infantil y sus familias. Enseñar a combinar los alimentos y hacerlo de forma creativa permite a los niños y padres disfrutar de la cocina, elaborando recetas con divertidos diseños mediante una gran variedad de alimentos.
Además se enseña y se pone en valor la necesidad de que exista un equilibrio entre la alimentación de unos y otros. Si todos somos responsables, nadie debería pasar hambre.
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