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Día 7: Novena al Padre Pío de Pietrelcina: El amor de Pío a los ángeles

El Padre Pio a menudo recomendaba que si la gente quería que le enviara un mensaje o una petición, que se lo enviaran con su ángel de la guarda. El Padre Domingo, quien manejaba el correo Americano para el Padre Pío, le preguntó un día:

“Padre, una mujer quiere saber si ella enviaba a su ángel de la guarda hacia usted, ¿él irá?” El Padre Pio respondió: “Dile a ella que su ángel no es como ella. Su ángel es muy obediente, y cuando ella le envía, él viene!”

“Será una gran alegría cuando en el momento de la muerte podremos ver a nuestro ángel de la guarda”, afirmó una vez el Padre Pío. En otra oportunidad dijo a una persona: “Vamos a orar por su madre, de manera que su ángel de la guarda esté con ella y le de compañía”.

“Si la misión de nuestro ángel de la guarda es una gran misión, la misión del mío es seguramente mucho mayor que la de los otros, porque tiene que ser un maestro y explicarme otros idiomas”.

El Padre Pío vivió en estrecho contacto con su ángel de la guarda, quien le enseñó a traducir cartas en francés y griego. El ángel del Padre Pio también lo mantendría despierto por las noche de modo que ambos podían cantar las alabanzas de Dios. El Ángel de Padre Pio también aliviaría el dolor que Pío sufrió por los golpes que muy frecuentemente recibía de los demonios que lo asechaban.

Los ángeles en la vida de san Pío de Pietrelcina

“El amor del Padre Pío a los Ángeles de la Guarda”

Reflexión: Los ángeles de la guarda son seres espirituales que Dios envía a los hombres con la misión de custodiarnos y protegernos física y espiritualmente.

El ángel de la guarda no nos abandona nunca (decía el padre Pío). Él es nuestro amigo más sincero y fiel.

El padre Pío le tenía mucha confianza y familiaridad y con frecuencia le daba encargos especiales. A quien iba a saludarlo antes de emprender un viaje, le decía: “El ángel de Dios te acompañe”.

A sus hijos espirituales repetía con frecuencia: “cuando me necesites y no puedas venir a verme, mándame a tu ángel de la guarda con el mensaje”. El padre Agustín, su confesor, escribió: “El padre Pío no conoce ni el griego ni el francés, su ángel de la guarda le explica todo”.

En el libro Envíame a tu ángel de la guarda, el padre Alejo Parente nos cuenta este hecho asombroso: “Una vez el padre Pío estaba en la veranda y parecía estar hablando con alguien, mientras que en realidad yo no veía a nadie. Me acerqué a él para entregarle algunas cartas. El padre me dijo bruscamente: “¿No ves que estoy ocupado?”. Me quedé mortificado y me retiré un poco. Al poco tiempo, el padre Pío me llamó y me dijo: “¿No has visto estos ángeles de la guarda que estaban alrededor? Eran los ángeles de la guarda de mis hijos espirituales que venían a traerme sus mensajes. Debía yo darles las respuestas”.

El padre Pío no era un hombre que inventara extrañezas o fuera preso de fantasías neuróticas. Ahora que la Iglesia ha reconocido su santidad, estas “extrañezas” se vuelven verdaderas enseñanzas para nosotros.

Te pedimos, Señor, que tus santos ángeles, nos ayuden en el peregrinar de esta vida y nos conduzcan después a la patria eterna. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén

“Los ángeles sólo nos tienen envidia por una cosa: ellos no pueden sufrir por Dios. Sólo el sufrimiento nos permite decir con toda seguridad: Dios mío, mira cómo te amo”.

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