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¿Recibir un milagro de niña te obliga a hacerte monja de grande?

La ecuatoriana Edermina Arellano de niña fue protagonista de un milagro que cambiaría su vida para siempre. Ya de grande un nuevo acontecimiento la llenaría de alegría siendo para ella como un segundo milagro. Sin embargo, su vida nunca ha estado exenta de temores y dilemas.

Con tan solo 9 años sufría por no ser igual a sus hermanas. Su dolor había surgido mucho tiempo antes, pues nació con un defecto en sus órganos genitales externos.  “Solo se veía aquella parte por donde podía orinar (…) Pensaba que me iba a morir, los médicos lo decían”, recuerda Edermina en diálogo con El Universo de Guayaquil (Ecuador).

Pero el 26 de mayo de 1994 sucedió lo inesperado. Gracias a la ferviente oración de su madre, Victoria Plúas, que se encomendó a Narcisa de Jesús, beata por aquel entonces, encontró la sanación.

El milagro fue aprobado por el Vaticano y debido a esto Narcisa de Jesús fue elevada a los altares en 2008 por Benedicto XVI convirtiéndose en la tercera santa de Ecuador.

La vida de Edermina tuvo un giro enorme desde aquel entonces. Su fama se empezó a expandir y con ella algunos dilemas que debió enfrentar en sus años posteriores.

Si bien a partir del milagro se empezó a interesar más por la vida de quien fuera la intercesora para su sanación, Edermina no quiso seguir sus mismos pasos.

Muchos allegados, entre ellos sacerdotes, le sugerían que se inclinara por la vida religiosa, pero ella entendía que debía ir por otro camino. Su deseo más profundo era formar una familia.

A los 31 años “la chica del milagro de Narcisa”, como la nombran algunos, dio a luz a su primogénito, a quien consideró llamarlo Jonathan de Jesús.

“Las cosas de Dios no se esconden (…) es un milagro más porque por ese milagro pude tener a mi hijo”, expresó recientemente en diálogo con El Universo de Guayaquil.

No obstante, cuando se enteró que estaba embarazada, el miedo al qué dirán se apoderó de ella. De alguna manera no respondía a las expectativas de muchos que estuvieron a su lado desde el momento de aquel milagro por intercesión de Narcisa.

Esto la llevó a ocultar su condición de embarazada durante mucho tiempo hasta que se hizo la luz con la llegada de su hijo.

Pero los dilemas de Edermina encontraron una respuesta. El propio ex arzobispo de Guayaquil Antonio Arregui, que conoce su caso muy de cerca habida cuenta del proceso canónico que se realizó con Narcisa, dijo sentirse contento con la decisión de Edermina, indica El Universo.

Además, indicó que haber recibido un milagro no necesariamente implicaba que surgiera una vocación religiosa. Aunque también manifestó que “es importante que su nueva vida siga desenvolviéndose con los parámetros de Dios”.

La decisión de Edermina fue hacer a un lado las sugerencias y formar una familia. Todavía no está casada, pero está en sus planes y pronto lo hará con el padre de su hijo.

“Todo se irá dando conforme a los designios de Dios, según su voluntad”, afirma la joven.

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