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El Papa: Médicos que cuidan a débiles sirven a Dios

El papa Francisco agradeció a los médicos -recordó: “he estado en las manos de algunos de ustedes”- y pidió al Señor que “bendiga la investigación y la atención médica, para que todo el mundo pueda lograr el alivio del dolor, una mayor calidad de vida y un mayor sentido de la esperanza”.

Después de la audiencia general del miércoles 31 de agosto en la plaza de San Pedro, el Pontífice se trasladó en automóvil a la Feria de Roma (a 30 kilómetros de la Ciudad del Vaticano), para exhortar a 35.000 médicos cardiólogos, investigadores y agentes sanitarios llegados de 140 países, a mirar a sus pacientes en su integridad de personas y a curar también a los más pobres.

El Papa rezó para que se luche “todos los días” para que no haya excluidos o descartados de las atenciones médicas y de los hospitales públicos o privados, y dijo a los médicos que tienen la misión de cuidar la vida y ayudar a mantener su plenitud, así como quiere su Creador.

Francisco llegó a las 12.30 a la zona ferial romana para saludar y agradecer a los participantes del Congreso anual de la Sociedad Europea de Cardiología comprometidos en el “trabajo científico” y la “dedicación” hacia “muchos enfermos”.

Al inicio, el Papa insistió en el simbolismo que subsiste en la cardiología. Es decir, cuidar del corazón humano.

“En sus manos pasa el centro palpitante del cuerpo humano, por lo tanto, ¡su responsabilidad es grande!”, explicó, e instó a seguir profundizando en la investigación y el estudio.

El Pontífice explicó que el magisterio de la Iglesia acompaña la investigación científica para el bien de la persona y como acción que -igualmente- proviene de Dios.

“El estudioso puede y debe investigar” la naturaleza humana , “sabiendo que el desarrollo de las ciencias filosóficas y empíricas y de las habilidades prácticas que sirven a los débiles y enfermos es un importante servicio que forma parte del proyecto divino”, abundó Francisco.

El Obispo de Roma dijo a los médicos que la fe no niega el conocimiento, por el contrario ayuda ampliarlo.

“La apertura a la gracia de Dios, a través de la fe, no hace daño a la mente; de hecho, la empuja a seguir adelante”, hasta llegar “a un conocimiento de la verdad más amplio y útil para la humanidad”.

Francisco invitó a los médicos y científicos a dejarse purificar por la fe que limpia de las toxinas que pueden envenenar su búsqueda de la verdad al servicio de los demás.

“Sabemos, sin embargo, que incluso el científico en su descubrimiento nunca es neutral. Él trae consigo su historia, su manera de ser y de pensar. Para cada uno hay una necesidad de tener algún tipo de purificación que, al mismo tiempo aleja las toxinas que envenenan la razón en su búsqueda de la verdad y de la certeza, le impulsa a mirar con mayor intensidad la esencia de las cosas”.

“No podemos negar, en efecto, que el conocimiento, incluso el más preciso y científico, tiene necesidad de seguir adelante haciendo preguntas y de encontrar respuestas sobre el origen, el significado y propósito de la realidad, incluido el hombre”, agregó.

No obstante, continuó el Papa, “las ciencias solas, naturales y físicas, no son suficientes para comprender el misterio que cada uno contiene en sí mismo”.

“Si nos fijamos en el hombre en su totalidad -permítanme insistir en este tema- se tiene una visión de especial de los más pobres, los más desfavorecidos y marginados para que también a ellos lleguen vuestros cuidados, así como la asistencia y la atención de las estructuras de salud pública y privada”.

Francisco pidió a los médicos y científicos oponerse a la cultura del descarte.

Y ello “con sus actividades valiosas que ayudan a curar el cuerpo enfermo y, al mismo tiempo, tienen la capacidad de verificar que hay leyes impresas en la misma naturaleza que nadie puede manipular, solamente “descubrir, aplicar y ordenar” porque la vida siempre se corresponde más las intenciones del Creador (cf. Conc. Vaticano II Concilio Ecuménico. Vat. II, Const. Gaudium et spes, 36)”.

Por ello, estimó importante “que el hombre de ciencia, mientras que se mide con el gran misterio de la existencia humana, no se deje vencer por la tentación de reprimir la verdad” (cf. Rm 1,18).

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