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Desde la India hasta Perú en pos de una misión

Hay que estar muy ilusionado con las misiones para hacer un viaje de 16.619 kilometros (10.327 millas) y llegar sonriente al destino donde te han convocado. Este ha sido el caso de las religiosas del Cenáculo del Sagrado Corazón, rama femenina recién fundada en la India y que pertenece a la Sociedad del Apostolado Católico, conocida como la Familia Palotina.

Fue así que días atrás las hermanas indias Tigga Pritipoonam, Ekka Anjana y Parmar Chetna, prácticamente veinteañeras, respondieron con un sí al envío de la primera misión internacional de su naciente congregación y se embarcaron hacia Ayacucho en el Perú, de donde solo sabían que un año antes dos religiosos palotinos habían empezado su tarea con frutos ya evidentes, y que necesitaban de su ayuda.

Un día después

Si sumamos las horas que toma salir de la capital Nueva Delhi con una escala en Europa y de allí hasta Lima y Ayacucho, fue poco más de un día el que utilizaron las hermanas palotinas para llegar a su destino.

Una cultura y unos idiomas nuevos (español y quechua), un clima particular, caminos sinuosos, así como gente distinta con una devoción católica muy particular las esperaban con los brazos abiertos. Por eso extrañaba verlas llegar con varias maletas a cada una, cuando una religiosa suele viajar con una par de hábitos y algunos libros...

Pero desde ese momento se dejaron conocer. Esas maletas llevaban algo que es intrínseco entre los indios, como es el ser obsequioso con los que los reciben.

Instaladas ya en su comunidad temporal de Vishongo a 85 kilómetros de la capital ayacuchana de Huamanga, empezaron a regalar, y a entregarse ellas mismas a través de dulces, telas y artesanías. Hablan poco español aún, pero dominan a la perfección el lenguaje de la generosidad y la gratitud.

Maravilladas con el paisaje de las serranías peruanas, comenzaron a organizarse para ver cómo ayudar al párroco palotino que las recibirá en la parroquia Nuestra Señora del Carmen de Vilcashuamán, donde encontrarán un pueblo rico en fe, aunque tan pobre como la India de donde emigraron.

La misión que fortalece

Para la inauguración de la nueva comunidad de religiosas estuvo presente el principal anfitrión, es decir el arzobispo de Ayacucho, monseñor Salvador Piñeiro, quien mediante un abrazo de pastor las acogió en medio de una eucaristía muy participada, donde las presentó una a una a los fieles, destacando la generosidad de quienes venían de tan lejos para contribuir en la pastoral de su territorio.

También llegó desde Roma el rector general de los palotinos, padre Jacob Nampudakam, así como desde la India la superiora general de la nueva congregación, hermana Chandrika. Se unió a la comitiva el primer consejero de la provincia de la Inmaculada Concepción de EE.UU, padre Peter Sticco y el vice provincial de la provincia brasileña de San Pablo, padre José Lino Oliveira.

Los residentes de las localidades de Vishongo y Vilcashuamán mostraron su satisfacción por la llegada de las nuevas religiosas, a la vez que les mostraban su disposición a colaborar en su instalación y ambientación.

Unos kilómetros más allá, en lo que será su comunidad de trabajo estable en el distrito de Hualbampa las recibieron con bailes, así como con variada comida típica, junto a un repique de campanas por tanta alegría, que hizo correr las lágrimas a más de uno...

“¡Dios respondió a nuestros pedidos!”, repetía doña Maximiliana, la profesora más antigua del pueblo, quien recuerda cómo las últimas religiosas tuvieron que cambiar de comunidad ante las amenazas del terrorismo de los años ochenta.

Un año después

La algarabía de la nueva fundación no hizo olvidar que los religiosos palotinos habían empezado la misión en Vilcashuamán un año y cinco meses atrás.

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