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​Rosa Deulofeu, un testimonio de vida cristiana para los jóvenes

Barcelona acogió este lunes 13 de julio la apertura oficial de la causa de beatificación y canonización de Rosa Deulofeu, una carismática y a la vez sencilla laica consagrada, fallecida en 2004 a causa de un cáncer, que ha quedado marcada en el corazón de muchas de personas.
 
El arzobispo de Barcelona, el cardenal Lluís Martínez Sistach, destacó que la causa no se abre para "agradecer el trabajo eclesial" que realizó Rosa Deulofeu, ni para "satisfacer" a los padres, familiares o amigos la obra que hizo.

"Lo hacemos porque Rosa puede ser un buen testimonio de vida cristiana, especialmente para los jóvenes, para los que realizó su servicio eclesial con práctica de virtudes y vivió de manera ejemplar su enfermedad siendo todavía joven", dijo el cardenal.

Como explica Francesc Figueras, amigo y compañero suyo en la delegación diocesana de juventud, "cuando Rosa padecía la enfermedad decía: sólo pido que Dios me dé la fuerza para poder estar a la altura de lo que me pide". Y destaca unas palabras que, según él, resumen quién era ella, cuando dijo: "en este momento que estoy viviendo el Viernes Santo y deseo vivir el Domingo de Resurrección".

El cardenal también invitó a "pedir su intercesión para que los jóvenes encuentren personas acogedoras que los lleven a un encuentro personal con Jesucristo".

Una rosa para la Iglesia
 
Nacida en Barcelona el 19 de abril del 1959 en una familia profundamente cristiana dedicada al comercio textil, participó en su infancia en la vida parroquial de San Justo y Pastor y en el agrupamiento del movimiento scout de la parroquia de San Jaime del casco antiguo de la ciudad.
 
A los 22 años entró en contacto con el grupo Clara Eulalia de la diócesis de Barcelona para discernir su vocación. Ella vivía intensamente su vida profesional, buscaba la intimidad con Dios y la fidelidad a su llamada.
 
En los años 80 empezó su trabajo en el ámbito de la educación en el tiempo libre desde el Movimiento de Centros de Esplai Cristianos y presidió la Fundación Pere Tarrés.
 
Invitada por el cardenal Ricard Maria Carles, entonces arzobispo de Barcelona, trabajó como delegada de pastoral de juventud de manera ejemplar durante más de diez años.
 
Sus numerosos escritos en la Hoja Dominical diocesana reflejan la profunda espiritualidad de la joven; en 1992 compartía esta reflexión sobre la oración en su vida:
 
Desde el silencio de la noche, vuelvo a escuchar aquello que he hecho y cómo lo he hecho. Parece como si el resultado de las cosas empequeñeciese y aumentase, en cambio, su sentido más profundo. Y entonces me pregunto: ¿he amado? ¿he escuchado? ¿he contemplado…? ¿he vivido o sólo he hecho? El propio activismo ¿se convierte en el sentido de mi vida?... Y vuelve el silencio y debemos darnos cuenta de que esto no es una carrera a ganar o perder, esto es una llamada amorosa que me dice que vivir es la realidad más débil y más grande para descubrir el don del amor”.
 
Rosa Deulofeu falleció la noche de reyes de 2004 rezando el Padrenuestro. En su multitudinario funeral, en la parroquia de San Agustín de Barcelona de la que su  hermano era párroco, el obispo auxiliar Joan Carreras afirmó: “Ha muerto con fama de santidad”.

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