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Niños hiperactivos: pautas para los padres

Un niño con diagnóstico de Trastorno Hiperactivo de Déficit de Atención (ADHD), requiere, más que cualquier niño promedio, una disciplina clara y firme; asimismo un trabajo riguroso por parte de los padres para lograr canalizar su energía e impedir que la convivencia familiar se vea afectada por esta situación.

Se necesita paciencia de los padres e ingenio para manejar de forma acertada la autoridad, perseverar en la disciplina y establecer límites en el hogar que permitan una educación propia para un hijo con déficit de atención. Esta condición de hiperactividad no debe ser impedimento para desarrollar los conceptos educativos, aunque se recomienda variar la forma, la esencia debe ser la misma.

Además del tratamiento médico y sicológico, la familia también puede desarrollar estrategias, que si bien no eliminan en su totalidad la hiperactividad en el niño, ayudan a controlar algunos de sus comportamientos, lo cual genera un gran alivio en los padres. Los expertos recomiendan las siguientes pautas para educar hijos hiperactivos:

Mecanismos de estimulación: el niño hiperactivo necesita que se le refuerce sus conductas positivas con el fin de aumentar su nivel de autoestima y seguridad propia. Para ello, se sugiere crear un sistema estímulos en el hogar, puede ser mediante estrellas, caras felices o puntos que se obtienen luego de ordenar la habitación, hacer los deberes escolares, ayudar a sus hermanos menores, etc. Los niños harán todo lo posible por ganar este premio y lo más seguro es que mejoren su comportamiento en ciertas áreas.

Identificar las malas conductas voluntarias e involuntarias: los padres deben aprender a reconocer las conductas propias del ADHD para aplicar castigos sólo a las acciones que no hacen parte de su condición. El castigo y la recompensa pueden ser eficaces para modificar la mala conducta que es intencional. Sin embargo, no son tan efectivos en la modificación de los problemas que resultan del Trastorno por Déficit Atencional con Hiperactividad, pues son involuntarios.

Para las conductas producidas por este desorden, la mejor manera de manejarlas es darle al niño una orden positiva diciéndole lo que debería hacer (empieza ahora a hacer la tarea), en lugar de decirle lo mal que está haciendo (eres insoportable, no haces tus tareas). En otras palabras, si el niño está presentando una conducta indeseable, dígale lo que usted espera que haga, en vez de señalar la conducta incorrecta.

Castigos: los físicos no son aptos para niños con déficit de atención, ni para ninguno otro. Son más convenientes aquellos que están relacionados con la pérdida de beneficios; por ejemplo, perder los puntos acumulados. Es importante que el castigo se aplique inmediatamente después de la falta, de manera que el niño perciba claramente que es la consecuencia de una conducta indebida.

Del mismo modo, se debe castigar la falta, no la persona: por ejemplo, no se debe decir “eres un flojo” o “eres desordenado”, porque son afirmaciones muy dañinas para la autoestima del niño y no lo ayudan, ya que no le dicen cómo resolver el problema. En cambio, se debe señalar la conducta reprochable, por ejemplo, “hoy no hiciste la tarea”, evitando asignar al niño una cualidad negativa permanente e inmodificable.

Fomentar el deporte o ejercicio físico: es una eficaz forma de liberar energía, pues se logra un desgaste físico que evitará el exceso de actividad en los momentos donde se demanda mayor concentración, como es el estudio académico. Asimismo, el ejercicio proporciona un sueño placentero, lo que asegura noches tranquilas para los padres.

Mantenerlos ocupados:

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