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Las vacaciones que realmente necesitas

Hay que saber descansar. Hay cansancios típicos de la sociedad actual que no se curan con las vacaciones. No desaparecen por el mero hecho de irnos unos días a otro lugar.

La razón es sencilla: las vacaciones pueden ayudar a rehacernos un poco, pero no pueden darnos el descanso interior, la paz del corazón y la tranquilidad de espíritu que necesitamos. Lo que necesitamos es no acelerar más nuestra vida, imponernos un ritmo más humano, dejar de hacer algunas cosas, vivir más despacio y de manera más descansada.

Lo que necesitamos es aprender a "ordenar" nuestra vida: elegir lo importante, relativizar lo accidental, dedicar más tiempo a lo que nos da paz interior y sosiego. No es superfluo escuchar las palabras de Jesús: "Venid aquí los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré".

Hay una paz y un descanso que sólo se puede encontrar en el misterio de Dios acogido en Jesús. En contra de lo que muchos puedan pensar, “descansar” no es tan fácil.

Descansar es reconciliarse con la vida. Disfrutar de manera sencilla, cordial y entrañable del regalo de la existencia. Hacer la paz en nuestro corazón. Limpiar nuestra alma. Reencontrarnos con lo mejor de nosotros mismos.

Necesitamos salir al aire libre y encontrarnos con la naturaleza. Pero necesitamos también salir de nuestros egoísmos y mezquindades, y abrirnos a la vida y a las personas.

Sólo descansamos cuando liberamos nuestro corazón de angustias egoístas y de mil complicaciones insensatas que nos creamos mutuamente sin necesidad alguna.

Necesitamos, antes que nada, encontrarnos más profundamente con nosotros mismos y buscar el silencio, la calma y la serenidad y la oración que, tantas veces nos faltan durante el año, para escuchar lo mejor que hay dentro de nosotros y a nuestro alrededor.

Necesitamos enraizar más nuestra vida en ese Dios amigo de la vida, fuente del verdadero y definitivo descanso para el hombre. Los creyentes sabemos que un Dios acogido en nuestra vida, no como una idea o como una verdad teológica sino como amigo querido y cercano, es camino de pacificación, iluminación interior, unificación de todo nuestro ser, perdón y liberación de nuestras contradicciones, errores y pecados. 

Acertar a abrirnos a Dios es encontrar descanso verdadero. Ojalá que al organizar nuestras vacaciones, sepamos escuchar la llamada de ese Dios amigo: "Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré".
 

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