Las culpas e inseguridades de una madre
Nuestra familia es feliz con tan sólo tenernos. Pero nos cuesta aceptarlo. Ser humildes. Decir sencillamente: así soy y, si bien no soy perfecta, merezco que me amen con mis defectos y virtudes.
No estoy diciendo aquí que perdamos estas ganas de ser mejor. Al contrario. Nuestros hijos siempre valorarán esta lucha en nosotras. Pero también debemos aceptarnos, amarnos y disfrutarnos.
No seamos tan duras con nosotras mismas. Veamos cuáles son nuestras reales virtudes y nuestras reales oportunidades de mejora. No tratemos de ser alguien más. Nuestros hijos nos aman así: gorditas, flaquitas, altas o bajas, morenas, rubias o castañas.
Si somos buenas mamás, los amamos sobre todas las cosas y representamos un buen ejemplo de ser humano para ellos, no nos querrán cambiar ni por la modelo más cotizada del mundo. Disfrutemos de ese privilegio. Que no nos agarre desprevenidas el fin sin haberlo hecho.
Artículo originalmente publicado por La Mamá Oca
This entry passed through the Full-Text RSS service - if this is your content and you're reading it on someone else's site, please read the FAQ at fivefilters.org/content-only/faq.php#publishers.
Envíe un comentario