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El presidente de Bolivia Evo Morales y el culto de adoración a la Madre Tierra

Hoy, 8 de julio de 2015, en el marco del viaje apostólico del papa Francisco a Ecuador, Bolivia y Paraguay, está previsto que se encuentre en el Palacio del Gobierno de La Paz con el presidente boliviano, Evo Morales. Según informa la agencia Efe, será un momento significativo en unas relaciones Iglesia-Estado que no pasan por su mejor estado de salud en Bolivia, donde los obispos han sido muy críticos con algunas decisiones políticas y donde se espera que esto sirva para un mayor acercamiento entre el poder ejecutivo y la jerarquía eclesiástica.

En algún medio de comunicación se ha titulado esta noticia aludiendo a los “malabarismos políticos y religiosos” del primer mandatario boliviano. Los políticos están claros a la luz de lo que acabamos de ver. Los malabarismos religiosos hay que verlos en la contradicción de Evo Morales, que afirma ser católico –y, como tal, se muestra alegre de poder encontrarse con el obispo de Roma– y a la vez “practique los rituales que reconocen como deidades a la Tierra, el Sol y las montañas, y asista a ceremonias de sacrificios de llamas, que son habituales en el área rural boliviana”, como señala Efe.

Un gobierno “bendecido” por los dioses y la energía

Los medios recuerdan que no se trata simplemente de la participación asidua del presidente boliviano en cultos andinos precristianos, sino que el mismo Gobierno organiza actos oficiales religiosos dedicados al culto a la Madre Tierra o Pachamama. Sin ir más lejos, el actual mandato de Morales (el tercero consecutivo) se inició el pasado 21 de enero de 2015 con un “ritual ancestral” en las ruinas prehispánicas de Tiahuanaco, que fue la capital de una importante civilización de la antigüedad.

Las agencias de prensa informaban entonces de que Evo Morales recibió la investidura presidencial “tras ser sometido a una serie de rituales para entrar en contacto con las fuentes de energía del lugar” ante miles de personas, comenzando con una “limpia de energías espirituales portadoras de desequilibrios”. De esta manera, los líderes espirituales indígenas llegados a Bolivia de diversos países del entorno ungieron al político “como su guía espiritual y político” y pidieron “a la naturaleza y al cosmos confirmar al Presidente como líder continental”. Algo que ya había sucedido en las investiduras anteriores (años 2006 y 2010).

No sólo eso, sino que la estética reflejó lo celebrado, y Morales fue vestido con un gorro ceremonial llamado ch’uku y con una túnica llamada unku, ambas con elementos solares repujados en oro, además de un báculo y unas abarcas. El báculo, en concreto, es un cetro sagrado llamado tupay qullana. La diseñadora de estas ropas rituales explicaba que el gorro “simboliza antenas para traer la buena energía del cosmos”.

Además se realizó “un sahumerio para pedir permiso e invocar los respetos correspondientes a la luna, el sol y las estrellas” en la pirámide de Akapana. Después de todos los ritos, se dirigió a la Puerta del Sol del antiguo templo de Kalasasaya, en cuyas escalinatas el presidente recibió a los líderes indígenas y donde hubo un acto de ofrendas “con dirección a los cuatro suyos (regiones o divisiones) de Bolivia: el mundo, el mundo futuro, el mundo presente y el mundo del ancestro”.

¿Folklore o creencia?

El viceministro de la Coordinación con los Movimientos Sociales, Alfredo Rada, explicó a los periodistas la razón de toda la parafernalia antes citada de la última investidura del presidente boliviano: “somos respetuosos y creyentes de nuestros ancestros y nuestra cultura; por eso realizamos este ritual con gran devoción”. Así, introduce un elemento de gran interés: no sólo se trata de folklore o de mantenimiento de tradiciones culturales, sino que se trata de creencia.

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