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Cuatro desafíos en la educación del hijo único

Las condiciones del único hijo son diferentes a las de aquellos niños que tienen uno o más hermanos, lo cual no es “bueno” ni “malo”, solo que los padres tienen otros retos educativos a conquistar.
 
Por diferentes circunstancias, algunas familias están compuestas por papá, mamá e hijo(a), y esta estructura familiar requiere un esfuerzo extra de los padres, que consiste en brindarle las herramientas necesarias al hijo para evitar que su condición de “único” le afecte su desarrollo educativo, y más adelante, su etapa adulta.
 
También es cierto que el hijo único puede ser más creativo porque debe buscar la forma de entretenerse solo, además tiene buenas relaciones con los adultos y es posible que parezca de mayor edad (psicológicamente) por su constante imitación y observación a los adultos que lo rodean.
 
Siendo unas excelentes virtudes, al hijo único también se le dificultan algunas otras, lo cual le corresponde a los padres proporcionarle estas “carencias” para evitar que se convierta en una persona egoísta, caprichosa, engreída y con debilidad para establecer relaciones con sus pares.
 
Ángela Marulanda, conocida autora y educadora familiar, dice: “Lo más importante que deben tener presente los padres que deciden tener un solo hijo, es no darle a ese niño tanta relevancia en el hogar que pueda llegar a creer que es único en el mundo. Aun cuando él o ella puede ser muy especial para su papá y su mamá, es tan especial como los demás niños para el resto de los padres. Y le va a ser difícil aceptarlo si lo convencen de que es el único ser excepcional en el mundo y que quienes los que lo rodean deben vivir doblegados a su voluntad”.
 
Como siempre, es válido aclarar, que no todos los hijos únicos se comportan de igual manera, pues si los papás hacen un buen trabajo, no van a tener que luchar con este tipo de inconvenientes.
 
Los cuatro principales desafíos que deben enfrentar los padres de hijos únicos son:
 
1. Reforzar la generosidad

Al no tener hermanos, al hijo le puede dar dificultad compartir. También puede ser algo intolerante en el tema de la convivencia por no tener la obligación de ceder ante los espacios, las cosas materiales, etc. Una buena estrategia para neutralizar esta posible debilidad, es invitarlo a regalar juguetes que ya no use pero que se encuentren en buen estado, compartir tiempo con otros niños, así como establecer límites y normas que controlen sus apetencias.
En algunos casos funciona que los chicos se hagan cargo de una mascota, pues el hecho de velar por su cuidado, comida, limpieza… los llevan a esforzarse, los hacen más responsables y generosos con su tiempo.
 
2. Desarrollar las habilidades sociales

Es completamente natural en el niño que no tiene hermanos, que sienta algo de soledad. Aunque esté rodeado de mucho amor por parte de sus padres, abuelos y demás familia, todo niño necesita tener amigos de su misma edad. De nuevo, hay que procurar abrirle espacios de esparcimientos con otros niños, no solo en su colegio o preescolar, sino también por fuera de estos escenarios escolares. Esta habilidad social debe iniciar desde que son pequeños e irlos introduciendo de a poco en otros grupos, de forma que cuando estén más grandes no sea un impedimento.
 
Es muy factible que en la relación de padres e hijos el apego esté más arraigado de lo normal y por eso las separaciones momentáneas (como viajes, ingreso al colegio, etc.) pueden ser algo difíciles. Para ello habrá que establecer momentos de separación, como por ejemplo que el niño vaya a dormir a la casa de un amigo, compartir con los primos un fin de semana, etc.

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