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Dame de beber

Por José Ignacio Alemany Grau, obispo

Reflexión homilética del 15 de Marzo de 2020

Hoy nos enseña Jesús una hermosa manera de llegar al corazón.

Las normas sociales no permitían que un hombre pidiera a una mujer y el odio de la pequeña historia de judíos y samaritanos no admitía que hablaran entre ellos.

Sin embargo Jesús lo hace y pide de beber a la samaritana, para saciarla luego Él mismo con el agua que salta hasta la vida eterna.

Hoy la liturgia nos habla de algo tan necesario: el agua.

Éxodo

El pueblo se solivianta contra Moisés.

Tienen razón: están en el desierto y no hay agua.

Moisés casi con desesperación dice a Dios: “¿qué puedo hacer con este pueblo? Poco falta para que me apedreen”.

Pero Dios los sacó de Egipto y, como responsable de la situación, conforta a Moisés:

“Yo estaré allí ante ti, junto a la roca de Horeb”.

Qué importante es contar con Dios.

Con Él perderíamos el miedo a las epidemias de todo tipo.

Y el agua brotó de la roca y corrió abundante por las arenas del desierto.

Salmo

Se trata del salmo 94, tan importante en este tiempo de cuaresma.

Nos pide estar siempre atentos a la voz de Dios y confiar en Él:

“No endurezcáis vuestro corazón”.

Además, pide que escuchemos hoy la voz del Señor que nos habla todos los días de diversas maneras.

Confiemos y adoremos:

“Entrad, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque Él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que Él guía”.

San Pablo

De acuerdo al tema, Pablo dice a los romanos:

“El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado”.

Ese Espíritu Santo es el torrente de agua viva de que habló Jesús el día de la gran fiesta:

“De sus entrañas manarán ríos de agua viva… Dijo esto refiriéndose al Espíritu Santo que habían de recibir los que creyeran en Él” (Jn 7,38-39).

Si la primera lectura hablaba del agua física, ahora se nos habla del agua espiritual.

Pidamos como verdaderos sedientos ambas clases de agua a la bondad de Dios.

Evangelio

No es fácil comentar un párrafo tan bello.

Todo me parece pobre y corto.

Pero desgranemos unos pensamientos.

+ Jesús cansado se sentó junto al manantial: la fuente de agua viva junto al agua natural, para ayudar a pasar de la una a la otra.

+ “El que bebe de esta agua vuelve a tener sed”:

Ningún pecado sacia la sed del alma inquieta, hecha por Dios y para Él.

+ “El agua que yo daré se convertirá dentro de él en un surtidor que salta hasta la vida eterna”:

Esta agua es la misma del Espíritu Santo que prometió Jesús “el día solemne de la fiesta”.

+ El Mesías “soy yo, el que habla contigo”:

El corazón de la mujer está dispuesto y Jesús le revela el secreto que solía ocultar celosamente.

+ “¿Le habrá traído algo de comer?”

¿Cuándo no? Siempre tendemos a ser mal pensados.

+ La mujer se convierte en apóstol: se humilla ante los de su pueblo reconociendo que aquel hombre le ha descubierto su vida de pecado.

+ Los samaritanos invitan a Jesús, que pasa dos días con ellos y todo termina con la gran confesión:

“Sabemos que Él es de verdad el Salvador del mundo”.

Acércate a Jesús porque Él es el único que puede saciar tu sed de felicidad.

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