¿Es posible entender y gozar la poesía mística?
La poesía mística es un género originario y prácticamente exclusivo de la lengua española.
Santa Teresa de Jesús y san Juan de la Cruz no han sido los únicos poetas místicos, sino que hubo muchos más, si bien estos quedaron eclipsados por los dos santos carmelitas descalzos, cuyos poemas y demás escritos se han traducido a muchos idiomas, alimentando el espíritu de sus lectores.
La poesía mística es la más sublime porque es la que más alto vuela, llegando hasta Dios.
Por eso se ha dicho que san Juan de la Cruz es «el más poeta de los santos y el más santo de los poetas».
Cuando era seminarista, Karol Wojtyla, futuro Juan Pablo II, se vio deslumbrado por la reforma del Carmelo que emprendió santa Teresa de Jesús, y por la espiritualidad de san Juan de la Cruz. Tanto, que sopesó hacerse carmelita, aprendió español para leer sus textos místicos en la lengua original, y llevó a cabo su tesis doctoral sobre este santo carmelita español.
Años después, ya convertido en Papa, Juan Pablo II comentó sobre sus tiempos de juventud: «Yo intuía que la síntesis de san Juan de la Cruz contiene no solamente una sólida doctrina teológica sino, sobre todo, una exposición de la vida cristiana en sus aspectos básicos, como son la comunión con Dios, la dimensión contemplativa de la oración, la fuerza teologal de la misión apostólica y la tensión de la esperanza cristiana».
Efectivamente, san Juan de la Cruz, doctor de la Iglesia, ha legado no sólo a los carmelitas sino a toda la Iglesia una gran síntesis de espiritualidad y de experiencia mística cristiana, y sin tener esto en cuenta puede ser difícil entender su poesía.
De la carta apostólica Maestro en la Fe, escrita por Juan Pablo II en 1990, se desprenden algunos puntos clave de la poesía de san Juan de la Cruz:
- Que para san Juan de la Cruz es Dios y sólo Dios quien da valor y sabor a toda actividad.
- Que los misterios a los que el santo tenía especial amor era al de la Santísima Trinidad y al de Dios hecho hombre.
- Que su fuente preferida para la contemplación de estos misterios era la Escritura, en particular el capítulo 17, versículo 3 del Evangelio según san Juan: «Ésta es la vida eterna: que te conozcan a Ti, el único Dios verdadero, y al que Tú has enviado, Jesucristo» .
- Que no se debe gozar sino sólo de aquello que es gloria y honra de Dios, y que la mayor honra que se le pude dar es servirlo según la perfección evangélica.
- Que cuando Dios calla y se oculta es porque ya ha hablado y se ha manifestado con suficiente claridad; y que incluso en la experiencia de Su ausencia puede comunicar fe, amor y esperanza a quien se abre a Él con humildad y mansedumbre.
El santo Papa polaco también habló de los diversos tipos de lectores de san Juan de la Cruz, pero señalando que finalmente a todos puede llegar a serles de provecho:
«Hay quienes se acercan a él atraídos por los valores humanistas que representa, como pueden ser el lenguaje, la filosofía, la psicología. A todos habla de la verdad de Dios y de la vocación trascendente del hombre. Por eso muchos, que leen sus escritos sólo por la hondura de su experiencia o la belleza de su poesía, asimilan consciente o inadvertidamente sus enseñanzas».
TEMA DE LA SEMANA: ASÍ ERA FRAY JUAN DE LA CRUZ
Publicado en la edición impresa de El Observador del 15 de diciembre de 2019 No.1275
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