¿El Papa realmente le reza a la “Virgen de la Ternura” todos los días?
En noviembre del 2017 el Papa Francisco comentó que existe una advocación mariana a la que le reza todos los días, sea por la tarde o por la mañana. Según ACI Prensa, lo dijo frente a seminaristas y sacerdotes del Pontificio Colegio Ucraniano de Roma.
“Especial veneración”
El Papa Francisco posee un pequeño ícono ucraniano al que lo llamó “Señora de la Ternura”. “Lo conservo con especial veneración. Le rezo todos los días”, aseguró el Sumo Pontífice.
Indicó que conoció el ícono gracias a un regalo por parte del Arzobispo Mayor de la Iglesia greco-católica ucraniana, Monseñor Sviatoslav Shevchuk, cuando este se encontraba en Buenos Aires, Argentina.
Cuando el Papa Francisco asumió el pontificado y empezó a vivir en Roma, pidió que se le traiga un ícono similar para poder tener a la Madre de la ternura cerca.
Sin embargo, ¿así se llama la advocación?
Según Religión en Libertad, no existe un solo ícono de la “Virgen de la Ternura”, sino que hay un grupo de íconos que se llaman “de la ternura”, que son normalmente venerados en las culturas griega, balcánica y rusa.
En el griego son llamados “Eleúsa”, y son imágenes donde la Virgen aparece, precisamente, tiernamente abrazado a Jesús. Normalmente el rostro de la Madre se posa en la del Hijo, mientras los ojos reflejan esta ternura al espectador de la imágen. Su mano, en la mayoría de las ocasiones, señala a Cristo.
Según Rezar con los Íconos, existen varios íconos marianos de la ternura. Está la “Virgen Glicofilissa” (la del dulce beso), la “Virgen Glicofilussa Kardiotissa (la del dulce beso que sale del corazón), y la más famosa de todas, la “Virgen de Vladimir”, venerada desde el siglo XIV como la “Madre de Rusia”.
Entonces…
Es por esto que el Papa no le reza a una advocación llamada “Virgen de la Ternura”, sino que le reza a la tierna Virgen María usando un “ícono de la ternura” que, lamentablemente, no especificó cuál exactamente.
Aún así, es importante recordar, como el Papa lo hace, la ternura que nuestra Madre nos tiene, y de su deseo amoroso de vernos salvos con Cristo.
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