El Papa Francisco denunció la tentación del progreso tecnológico
“Nuestra era siente la tentación de hacer del progreso tecnológico la medida del progreso humano. Este ‘paradigma tecnocrático’ de progreso y desarrollo modela la vida de las personas y el funcionamiento de la sociedad y, a menudo, conduce a un reduccionismo que afecta a todos los ámbitos de nuestras sociedades”, dijo el Papa.
La triple catástrofe afectó no sólo a las prefecturas de Iwate, Miyagi y Fukushima, sino a todo el Japón y a sus ciudadanos. Francisco rezó por las víctimas que perdieron la vida, por sus familiares y por los que aún están desaparecidos.
“Por tanto, es importante, en momentos como este, hacer una pausa, detenernos y reflexionar sobre quiénes somos y, quizás de manera más crítica, quiénes queremos ser. ¿Qué clase de mundo, qué clase de legado queremos dejar a los que vendrán después de nosotros?
La sabiduría y la experiencia de los ancianos, unidas al celo y al entusiasmo de los jóvenes, pueden ayudar a forjar una visión diferente, una visión que ayude a mirar con reverencia el don de la vida y la solidaridad con nuestros hermanos y hermanas en la única, multiétnica y multicultural familia humana”.
El Pontífice agradeció el esfuerzo de los gobiernos locales, organizaciones y personas que trabajan en la reconstrucción de las áreas donde ocurrieron los desastres y para aliviar la situación de las más de cincuenta mil personas que fueron evacuadas, actualmente en viviendas temporales, sin poder aún regresar a sus hogares.
El Papa afirmó que en el trabajo continuo de recuperación y reconstrucción después del triple desastre, muchas manos deben juntarse y muchos corazones deben unirse como si fueran uno solo. De esta manera, los que han sufrido recibirán apoyo y sabrán que no han sido olvidados.
Al llegar al podio, el papa Francisco saludó a un representante de las víctimas del triple desastre. Luego, después del testimonio de tres de ellos, el Papa pronunció su discurso.
Ante los problemas como las guerras, refugiados, desequilibrios económicos, afirmó: “Urge movilizarnos para ayudar a tomar conciencia de que, si un miembro de nuestra familia sufre, todos sufrimos con él; porque no se alcanza la interconexión si no se cultiva la sabiduría de la pertenencia, única capaz de asumir los problemas y las soluciones de manera global. Nos pertenecemos los unos a los otros”.
El accidente nuclear de Daiichi en Fukushima, además de las preocupaciones científicas o médicas, también urge el inmenso trabajo para restaurar el tejido de la sociedad. Hasta que se restablezcan los lazos sociales en las comunidades locales y las personas tengan de nuevo una vida segura y estable, afirmó el Pontífice, ante esto, es consciente que el accidente de Fukushima no se resolverá por completo.
En este sentido, el Papa hace un nuevo llamado a favor de la protección de la casa común: “Debemos darnos cuenta de que no podemos tomar decisiones puramente egoístas y que tenemos una gran responsabilidad con las generaciones futuras”.
En ese sentido, insistió: “se nos pide elegir una forma de vida humilde y austera que dé cuenta de las urgencias que estamos llamados a encarar”.
Entretanto, mencionó a las 3 víctimas que dieron sus testimonio: Toshiko, Tokuun y Matsuki. Así, reafirmó la necesidad de encontrar un nuevo camino para el futuro, un camino basado en el respeto por cada persona y en el respeto por el mundo natural”.
En este camino, «todos podemos colaborar como instrumentos de Dios para el cuidado de la creación, cada uno desde su cultura, su experiencia, sus iniciativas y sus capacidades”.
Después del encuentro con las víctimas del triple desastre, el Papa se trasladó al Palacio Imperial para la visita privada al emperador Naruhito, sucesivamente, encontró a los jóvenes en la catedral de Santa Maria.
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