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Política migratoria de Trump: Aranceles por migrantes

El capitalismo salvaje no respeta otra ley que la de la utilidad financiera. La más ejemplificada de todas las resoluciones que pudo haberse dado de esta afirmación, la escenificó el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, al doblarle las manos a su vecino del sur, empobrecido y dependiente (en 350.000 millones de dólares anuales exportados a su “principal socio comercial”), con la basa de imponerle aranceles a todos los productos mexicano que cruzaran la frontera a partir de este lunes 10 de junio.

Bastó poner la amenaza en un arancel de cinco por ciento, para echar a temblar al “socio” del sur. El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, mandó una carta diciendo que no era cobarde y que no se iba a doblar con los tuits de Trump. También la embajadora de México en Estados Unidos, Martha Bárcena, habló de la dignidad como último bastión de las relaciones entre los vecinos. Nada dejó tranquilo a Trump. Quería un pacto migratorio. Y lo logró.

El asunto era éste: Trump culpa a México de no hacer nada para detener a los migrantes centroamericanos que penetran ilegalmente a Estados Unidos y de alentar el tráfico de drogas. México dice que el problema no es suyo: es de la pobreza y la violencia que se vive en América Central y en Cuba. Tampoco el narcotráfico, dice, es totalmente su problema: si México es el trampolín, Estados Unidos es la piscina.

Pero Trump sigue la guerra de tuits. Está con la reina de Inglaterra y la frontera, los migrantes y la pobreza le tienen sin mucho cuidado. El quiere votos para el 2020. Y que sus partidarios sepan que no se anda por las ramas. Que si los productores de carne de cerdo de Texas van a perder dinero a raudales –porque México podría responderles con una buena ronda de aranceles—pues que lo pierdan. A él le interesan los estados del “cinturón del óxido”: Ohio, Michigan, Wisconsin…

En otras palabras: Trump quiere que México se haga cargo de los migrantes y que sus partidarios sigan votando por él porque se ha fajado contra los criminales, traficantes de droga, violadores y terroristas que ponen en peligro a la nación americana. Pero, ¿qué va a hacer México? Atado de pies y manos, el gobierno de López Obrador ha mandado al canciller Marcelo Ebrard a que negocie el despliegue de miles de elementos (seis mil, en principio) de la Guardia Nacional en la frontera sur del país, el paso obligado de las caravanas de migrantes hacia territorio mexicano y, dos mil kilómetros al norte, la “tierra de la gran promesa”.

México se comprometió, para lograr que no hubiera aranceles, “a registrar y controlar las entradas en la frontera” así como “a desplegar a la Guardia Nacional por todo el territorio y en especial en la frontera sur”, según apuntó Ebrard en rueda de prensa. Dicho de forma expedita; la política de puertas abiertas a los migrantes, promovida por López Obrador, se acabó. Y la militarización de la frontera con Guatemala será un hecho.

Utilizando el tuiter, no habría posibilidad que no fuera así, Donald Trump dijo: “Me alegra informar de que Estados Unidos ha llegado a un acuerdo firmado con México. Los aranceles programados a partir del lunes contra México quedan suspendidos indefinidamente. México, a cambio, ha asumido adoptar fuertes medidas para contener la migración”. Acto seguido agradeció a López Obrador y a Ebrard así como a todos los que participaron en las ocho largas jornadas para detener los aranceles. El presidente estadounidense dijo que, ahora sí, el acuerdo de inmigración estaba completo.

Las nuevas medidas –que apenas si se vislumbran en el horizonte—tendrán, necesariamente, que pasar por un mayor número de migrantes centroamericanos aceptados a vivir en México. Desde luego, no serían las mismas condiciones que si fueran aceptados en Estados Unidos. El gobierno de López Obrador ha emprendido una ruda campaña de austeridad republicana (así le llama él) y recortado el presupuesto de cientos de dependencias gubernamentales, por lo que se haría preciso fortalecer a la Iglesia y al sector privado para acoger las múltiples caravanas que pudieran llegar como destino a México. Cosa imposible de que suceda.

Es un hecho que ya ha habido un aumento récord en las peticiones de asilo de los centroamericanos y cubanos que llegan por la frontera sur al país. Según la ACNUR, en los primeros cinco meses de este 2019, las peticiones de asilo a México han aumentado en cerca de 200 por ciento. La pregunta es ¿cómo hará el país azteca para recibir a miles de migrantes por los que ya acordó con Estados Unidos que los va a contener? ¿Expulsarlos todos, darles trabajo donde no hay o hay muy poco?

Sea como sea, Trump le pasó el fardo de los migrantes a México. A cambio de no hundirlo económicamente. Seres humanos por mercancías. Es el capitalismo salvaje en estado de pureza. Porque si bien hay un acuerdo para impulsar la inversión y el desarrollo en los países del Triángulo Norte de Centroamérica (4.800 millones de dólares), por parte de sus gobiernos y de los gobiernos de México y Estados Unidos, la verdad lo único que convenció al gigante norteamericano fue el despliegue militar en la frontera sur. Y nada más.

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